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Chevrolet Luv Dmax

 

La travesía comenzó con la ruta Bogotá – Cartagena, donde los Chevrolet fueron embarcados hacia Puerto Manzanillo. Luego se retomó el recorrido por tierra, pasando por Colón para cubrir sin dificultades los 70 kilómetros que la separan de Ciudad de Panamá.

 



Los vehículos rodaron impávidos a más de 100 Km. por la Carretera Panamericana hasta llegar a la frontera con Costa Rica. La bienvenida la dieron húmedas selvas con vías en pésimo estado; un nuevo reto para los Chevrolet que se lanzaron por un camino despavimentado en doble transmisión alta. En la oscuridad de la noche y en medio de una fuerte lluvia, el camino era una mezcla de lodo, gravilla suelta y agua que se desbordaba por huecos que parecían cráteres.
Sin embargo, ambos carros rodando entre 40 y 60 Km. por hora, se sentían firmes y seguros. La potencia de la DMax permitió saltar de cuarta a primera y retomar su ritmo después de cualquier freno en seco y la doble transmisión no la dejaba perder la cola. Y el Grand Vitara seguía ahí, “no se dejaba de la carretera, ni de la DMax”. Acostumbrados a ver el Grand Vitara dominando las calles de la ciudad, los expedicionarios se sorprendieron con su destreza y seguridad en medio de una selva tropical. Confiados en sus dos vehículos, lograron cubrir 50 Km. de carretera destapada en menos de una hora.

 

 

 

Seguía lloviendo y ya en pavimento retomaron la velocidad de 120 Km. para encontrarse con un río que se estaba desbordando. El costado derecho de la DMax entró a un metro de agua, por fortuna, con la doble transmisión. Las llantas del lado opuesto compensaron y la camioneta, aunque giró hacia la derecha, se mantuvo firme, y bajando de cuarta a segunda con una suave aceleración, se agarró y salió del río. Fue un espectáculo que no pasó inadvertido ante los incrédulos ojos de medio pueblo que en ese momento evacuaba sus casas, ya casi un metro bajo agua.

 

Desafío en Nicaragua
La Expedición continuó hacia Managua luego de 1.500 Kms. y de allí salieron a Puerto Cabezas. En la DMax iban cuatro personas con todo el equipo de filmación con el objetivo de recorrer 400 Km. de camino destapado, cubierto de piedra grande que salía de una arena dura. Una carretera desnivelada, mucha lluvia y bajos arenosos de lodo obligaban a conducir muy lento o “parejo” y poner la suspensión de la camioneta a prueba. La Expedición optó por la segunda opción.

 

La DMax viajaba en doble transmisión alta y en un desnivel perdió el agarre posterior, pero con solo soltar el timón se corrigió automáticamente. Para entrar a la Mosquitia nicaragüense, la selva tropical más grande de Centroamérica había que adentrarse en la selva. Allí le sugieren a los expedicionarios que lo hagan en un Unimog (un camión de gigantescos neumáticos), pues dudaban de la capacidad del Grand Vitara, pero les probaron que estaban equivocados. Cruzaron 38 Km. en doble transmisión baja con el agua a la altura de la ventana, pero pasaron sin problemas. Siguieron a Puerto Cabezas, 200 Km. más por carretera despavimentada, aun más arena y gravilla suelta, pero ya acostumbrados y confiados, a velocidades de 80 y 120 avistaron el Caribe.

 

Partieron hacia Managua, nadie creía que llegarían el mismo día pero ya conocían la ruta, y más importante, sabían lo que podían hacer los Chevrolet. Las 18 horas que tarda una flota se redujeron a 9 en la Luv DMax. Esta camioneta cruzó Nicaragua de lado a lado. El Grand Vitara pasó de cráter en cráter recorriendo los impresionantes volcanes del norte del país para después encontrarse en Managua. Juntos de nuevo, el equipo y los vehículos, partieron en convoy para El Salvador. Fueron dos fronteras y dos países en un día. Desde el momento en que tocaron suelo panameño para luego manejar por las grandes avenidas de San Salvador, los vehículos los llevaron en diez días por cinco países y 3.000 kilómetros.
En El Salvador la Luv DMax fue a explorar el Parque Nacional de los Volcanes y el de Montecristi. Este quedaba a 2.400 metros, por una carretera acabada, con varios troncos caídos que la bloqueaban, pero en la Luv no frenaban, les pasaban por encima como si fueran “policías acostados”.
Guatemala, la prueba de fuego
La entrada a Guatemala fue dura. Arrancaron rápido y llovía; la Luv DMax adelante y el Grand Vitara atrás a 100 o 120 Km. sin ningún problema. La carretera los sorprendió ya que estaba buena pero llena de curvas difíciles; la confianza y estabilidad que daba el Grand Vitara permitió transitar con tranquilidad a esa velocidad. Llegaron a Guatemala, el Grand Vitara con 5.100 Km. y la Luv DMax con 5.670 Km.

 

 

 

Aunque ambos vehículos ya habían sido puestos a prueba en las regiones montañosas de Nicaragua y El Salvador, fue en Guatemala donde realmente enfrentaron curvas y pendientes similares a las cordilleras colombianas.

 

Rabinal es un pueblo olvidado a más de 2.000 metros de altura en las montañas del centro del país, y no muchos carros se le miden al empinado ascenso de más de una hora. Los expedicionarios lo hicieron, no sin antes ver como muchos camiones y camionetas, iban dejando una estela olorosa de embrague y de frenos. El Grand Vitara, en cambio, controlado y adherido a las curvas pudo ir y volver sin el menor problema, y bastante rápido, pues se les hacía tarde.

 

Tomaron la carretera a Chisec, donde se empieza a vislumbrar la llanura verde y selvática del Petén; un lugar donde las pirámides y los templos mayas se asoman imponentes sobre el dosel del bosque, la Luv DMax, por supuesto, fue la elegida para el duro e intenso trayecto.

 

Ingresaron a un terreno donde sólo las motos y los vehículos de doble tracción pueden sobrevivir. El guía iba en moto, mientras los Chevrolet lo seguían por una carretera donde el lodo y el barro eran muy blandos. En esta región la selva es interrumpida por lo que parecerían ser pirámides devoradas por la jungla, haciendo del camino una montaña rusa natural y empinada de barro y de curvas.

 

Cada 100 metros , el guía paraba, y les preguntaba si querían dejar la Luv DMax parqueada allí. Ante la mirada incrédula del hombre, insistían en seguir. “Se van a quedar enterrados”, les decía una y otra vez, y ellos una y otra vez respondían: “nosotros seguimos”. Y así fue, entraron a la comunidad recóndita en su Luv DMax. La doble tracción probó ser más que el lodo y las alturas imposibles de la entrada al Petén.

 

Una tormenta los obligó a meterle nuevamente la doble tracción, pues la carretera pasaba de pavimento a trocha caprichosamente. Un tanto molesto para quienes iban en los vehículos, estos cambios violentos en el estado de las vías demostraron que el Grand Vitara y la Luv DMax, están hechos tanto para el campo como para la gran ciudad. Nuevamente, necesitaron de la fuerza de los vehículos para llegar a esos sitios que, para muchos, sólo son accesibles por mula.

 

Al llegar a Antigua había una fila de carros increíble; eran los últimos kilómetros y estaba supremamente congestionado. Se “colaron” por un lado y vieron que la carretera parecía el río Amazonas; no había carros pasando, a duras penas lo lograron un par de SUV y los buses. Le metieron la doble baja y empezaron a acelerar, sin dejar de revolucionar el carro.
Un viaje muy económico
La Luv D Max pasó tranquilamente por todas las carreteras. Estuvieron unos días más filmando y manejando por toda la región, hasta que finalmente llegó el día de salir hacia Belice. La salida de Guatemala tuvo un pedazo de carretera destapada que se hizo difícil, pero con la doble high manejaban como si fueran por una excelente vía.

 

 

 

El elevado precio de la gasolina –casi cuatro dólares por galón– anticipaba un problema, pero no lo fue gracias al excelente desempeño de las camionetas. En un día anduvieron 410 kilómetros; la Luv DMax consumió 10,7 galones de combustible, mientras que el Grand Vitara necesitó 12,97, ambos excelentes promedios.

 

Fue sólo a la hora de partir de Belice, de vuelta a Guatemala, que los carros vieron una carretera despavimentada. El tramo cubierto por huecos, desniveles y piedras, se extendía por 50 kilómetros , pero la neblina y el polvo exigieron el 100% de los conductores y los vehículos. La maniobrabilidad de la Luv DMax los salvó de caer en más de un cráter, mientras que la velocidad del Grand Vitara les permitió acabar rápidamente. A partir de allí fueron 10 horas intensas de viaje, en las que cubrieron casi 800 kilómetros sin ningún inconveniente. Los Chevrolet parecían dos bólidos plateados, cubiertos por el barro acumulado de siete países, atravesando la oscuridad de la noche guatemalteca.

 

En una semana la Luv DMax recorrió casi tres mil kilómetros. Desde Belice hasta Ciudad de México cruzando por Guatemala. El Grand Vitara la acompañó durante mil kilómetros de este recorrido. Todo el recorrido fue sobre asfalto, usualmente en buenas condiciones. La Luv promediaba entre 100 y 140 Km. por hora, un terreno quebrado desde el nivel del mar en Belice hasta los 1.200 metros en Guatemala, bajaron otra vez al nivel del mar en Tabasco, para finalmente subir a los 2.200 metros del Distrito Federal (DF). La Luv DMax dio un consumo de 42 Km. por galón y el Grand Vitara de 33 Km. por galón.

 

Al siguiente día salieron preparados para manejar 500 kilómetros cruzando los departamentos de Chiapas y Tabasco. Llegando al DF la Luv pasó los 10.000 Km. de recorrido y allí se le hizo un cambio de aceite. Al Grand Vitara se le hizo, después, en Guatemala.

Luego de haber llegado a Ciudad de México, punto septentrional del viaje, y regresado a Ciudad de Guatemala a reunir nuevamente a todo el equipo, empezó el rápido descenso hacia Colombia. En el viaje de San Pedro Sula a Tegucigalpa el Grand Vitara enfrentó una de las peores tormentas de la expedición. Katrina, el huracán más violento que ha golpeado al Golfo de México, se acercaba a las costas, dejando atrás el coletazo de vientos salvajes y tormentas eléctricas. Los Chevrolet, sin embargo, lograron mantener un buen promedio de velocidad -80 Kph- y agarrarse fuertemente a las curvas que aparecían en una carretera donde la señalización y la delimitación de carriles son muy escasas.

 

 

 

Habían decidido “tanquear” en Nicaragua, donde el combustible era más económico, por lo que llegaron con menos de un cuarto de barril a la frontera entre ambos países. Pero no había luz en la estación de gasolina y la siguiente estaba a casi 80 kilómetros de distancia, y los dos galones que le quedaban al tanque parecían ser muy pocos. Decidieron confiar en que el combustible que tenía el Grand Vitara sería suficiente para llegar a El Triunfo. Y lo fue. En cuestión de una hora estaban con el tanque lleno y listos para seguir viajando.

 

La Expedición fue un éxito, el equipo llegó a cada punto de Centroamérica que la ruta había trazado y regresó a Colombia después de 17 semanas con una Luv DMax Diesel y un Grand Vitara intactos. Los dos vehículos se convirtieron en protagonistas del recorrido y sortearon, en muchos casos contra todo pronóstico, las más duras pruebas que un vehículo puede experimentar. Por eso hoy sin lugar a dudas se puede afirmar que Chevrolet conquistó Centroamérica.
Visto 14121 veces Modificado por última vez en Martes, 19 Julio 2016 09:42