Chevrolet 1953, Parte de Nuestra Familia

 Esta es la historia y los gratos recuerdos que el hijo del propietario de un Chevrolet Belair, Sport cupé, tiene del automóvil que incluso hoy los acompaña y transporta, de la misma manera confortable y confiable como lo hacía 57 años atrás, cuando era un cero kilómetros

Por Rolando González S.
Especial para www.carrosyclasicos.com

 

Transcurría 1953; mi Padre, al recibir su grado como Ingeniero Civil de la prestigiosa Universidad Nacional de Colombia, deseó tener un automóvil como aquellos que conoció en su viaje a Estados Unidos y que fue organizado con motivo de la finalización de sus estudios universitarios. Se inclinaba bastante por la marca Chevrolet, ya que al comienzo de año, un hermano suyo, piloto de la Fuerza Aérea Colombiana importó un vehículo de esa marca equipado con todos los accesorios que ofrecía la fábrica y que en nuestro país causó admiración, pues se destacaba porque los vehículos que entraban al país venían sin equipo opcional con el fin de rebajar impuestos.

 

 

Buscando, llegó a la Compañía General Automotriz, distribuidor oficial de General Motors en Bogotá. Le impactó mucho el Chevrolet Bel-Air Sport Coupe, ya que ofrecía una magnifica visibilidad, un diseño muy elegante y pensando en un futuro, la protección que brinda para los niños la seguridad de ser un vehículo de dos puertas.

 

 

 

 

Pasaron los años, vino el matrimonio con mi Madre, el nacimiento de los hijos y la vida familiar que sirvió de ejemplo a familiares y amigos y junto a todo esto, siempre ha estado fiel, acompañándonos nuestro Chevrolet 53. El auto como todo vehículo que se use a diario, acusó el desgaste y deterioro de sus componentes, obligando a una restauración general que le devolvió el aspecto impactante de cuando era nuevo, sin haber perdido nunca la confiabilidad que hizo posible que contáramos con él en cualquier momento, de lunes a viernes en la oficina de mi Padre y cada fin de semana, paseo familiar a las afueras de Bogotá. Gracias a este auto, mi familia y yo conocimos lugares maravillosos de los que guardo gratos recuerdos. Para nosotros es un miembro más de la familia y motivo de orgullo cada vez que nos acompaña en eventos de vehículos clásicos, o simplemente paseando por las calles de la ciudad, donde los demás automovilistas detienen sus vehículos para manifestar admiración y simpatía por el auto y sus ocupantes. Es curioso ver que unos de los grandes admiradores del Chevrolet son los niños, quienes en muchas ocasiones manifiestan a sus padres el deseo de poseer un automóvil así.

 

 

Siempre he pensado que la persona que posee un vehículo antiguo, desarrolla un carisma especial, porque así no se pretenda, las personas que se acercan al auto y su propietario lo hacen de manera amable y nunca con mala intención, de ahí que las amistades que nacen alrededor del vehículo son sinceras y nunca interesadas más que por la admiración y en muchos casos por el interés de ayudar a preservar estos tesoros de nuestro patrimonio automotor.

 

 

 

 

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