Los Show Cars de Chrysler en Venezuela

 

Los Show Cars de Chrysler

Hay muchos prototipos famosos de esta marca.   Y más de uno rodó por Venezuela.

El Buick Y Job creado por Harley Earl en 1938 es el primer show car de la historia.   Este roadster estableció la finalidad de este tipo de vehículo; mostrar las nuevas ideas de la industria a fin de pulsar la opinión del público antes de invertir grandes esfuerzos para producirlas en serie.   Pocos años antes el Chrysler Airflow había mostrado el peligro de sacar al mercado un carro muy adelantado a su tiempo y no porque su aerodinámico estilo resultara vanguardista (una mentira tan repetida que parece cierta), sino porque los proveedores no podían producir en forma rentable y en las cantidades requeridas las nuevas piezas que hacían diferente al auto.    Incluso aunque se tenga una idea de ingeniería totalmente nueva para determinado auto y un proveedor capaz de producirla en los tiempos, cantidades y costos requeridos ¿qué pasa si luego de tamaña inversión, el público la rechaza?  Es mejor construir un prototipo funcional que incorpore esa nueva idea junto con varias más y exhibirlo para determinar si el comprador acepta las innovaciones.   Por eso las demás empresas automotrices del mundo no tardarán en imitar a GM y al Y Job.

Por: Julián Afonso Luís
Especial para www.carrosyclasicos.com

Chrysler Airflow

 

De Detroit a Venezuela
El primer show car Chrysler llegó en 1940 y, como el Y Job, era un carro funcional en todos sus detalles, producido en forma artesanal y bajo los mejores estándares de calidad.   En realidad fueron dos modelos, ambos con la base mecánica del lujoso Imperial y el carrocero Le Barón -empresa que Chrysler había añadido a su emporio- construyó seis unidades de cada uno.  Uno fue el Newport (el Pace Car en las 500 Millas de Indianápolis) y el otro fue el Thunderbolt, creado por Alex Tremulis, quien después diseñará el Tucker.

Buick Y Job prototipo de la General Motors


Todo conocedor sabe que el futurista biplaza Thunderbolt propuso numerosas innovaciones de ingeniería y diseño, como faros retráctiles (como el Newport), carrocería carente de parrilla delantera e integrando totalmente en un cuerpo los guardafangos a fin de ser aerodinámicamente más eficiente, estilo de líneas bajas, techo metálico retráctil (como el Peugeot de dos años antes), parabrisas de una pieza, botones que activaban la caja de cambios, vidrios hidráulicos que funcionaban al toque de un botón, niquelado dorado en sus piezas lustrosas (aplicado a uno de los seis prototipos) y uso del aluminio en la carrocería.   Chrysler lo llamó “El Carro Del Futuro”, lo exhibió por USA entre 1940 y 1941 y muchas de sus ideas futuristas hoy son comunes. A finales de ese año llegó la invasión a Pearl Harbour y con ella la participación de USA en la IIGM, motivando que todo Detroit reconvirtiera sus capacidades para producir enseres bélicos.  Los Thunderbolt serían olvidados y uno será vendido a un millonario venezolano, que lo traerá a Caracas al culminar la guerra.  Pocos detalles se conocen de ese auto, aparte que entró por La Guaira y era gris oscuro, pero unas pocas fotos –una de ellas en el Country Club- se han salvado de la vorágine que produce el desapego del venezolano por su historia.   Ellas son pruebas mudas –pero elocuentes- de la sorprendente presencia en nuestro suelo de un carro que -pese a ser tan singular- quizá haya acabado en una chivera, fundición o similar, luego de cambiar de manos como si fuera un vehículo vulgar.

Newport

Thunderbold


La Venezuela de posguerra fue convulsa en lo político y lo social, pero muy activa en el área económica e industrial, como muestran la instalación de la factoría GM en Antímano en 1948 y la de Chrysler en Los Cortijos en 1949 o el inicio oficial de la historia de nuestro automovilismo deportivo en 1948.    También lo fue en lo que respecta al ingreso de espectaculares vehículos únicos, importados por pudientes millonarios de los que todavía recibían el calificativo de “Amos Del Valle”.  

Plymouth K310

Chrysler Ghia Falcon


Historiadores tan notables como Galo López especularon con la presencia local del único Plymouth K310 Coupé fabricado (diseñado por Ghia en 1951) pero eso no ha podido comprobarse, al contrario de lo ocurrido con los soberbios coupé Chrysler Ghía Special de 1952 y 1953.   Estaban construidos en Italia sobre un chasis Chrysler estándar y su razón de ser era permitir la colaboración entre Virgil Exner y los  italianos a fin de encontrar nuevas ideas estilísticas.   Líneas bajas y tensas, carencia de prominentes cromados, pequeño claro sobre el piso y otras características de estilo euro se fundieron con los esquemas tradicionales americanos y Chrysler recibió tantas llamadas que aceptó fabricar cincuenta unidades para vender en US$25mil en una época en la que un Mercedes Gaviota costaba la tercera parte de eso.   De ese medio centenar  habrían venido a Venezuela entre seis y ocho unidades.   Estas, en su mayoría, permanecieron siempre en buenas manos y su presencia era conocida por los coleccionistas y aficionados locales, quienes les comparaban en rareza con los contemporáneos Imperial.   Los expertos extranjeros sí sabían bien el valor de estas unidades y por ello casi todas las que llegaron al país (mayormente Caracas, Valencia y Maracaibo) fueron repatriadas al cabo de varios años.
La historia del Plymouth Fire Arrow es más conocida.  Llegó a Venezuela tras ser exhibido en USA durante 1953.   Un coleccionista local lo encontró en muy mal estado pero completo muchos años después y, tras restaurarlo a especificaciones originales (un trabajo que se tomó mucho tiempo), lo llevó a USA, donde enseguida llamó la atención de numerosos coleccionistas, quedándose allí tras una buena oferta a su dueño quien, de ese modo, rescató un trozo de historia de la muerte segura.

Chrysler Ghia

 

 


Igual destino encontró un cuarto show car Chrysler llegado a Venezuela.  Hacia 1954 la corporación evaluaba responder a los prototipos Chevrolet Corvette y Ford Thunderbird, que se aventuraban en el pequeño pero creciente mercado de los biplazas deportivos, dominado por los MG-T, los MG-A y los Jaguar.    Exner propuso el Falcon, habitualmente asociado a la marca Chrysler aunque fue armado sobre órganos mecánicos del De Soto en torno al concepto de carrocería unitaria.   Al igual que los prototipos Vette y T-Bird, era un biplaza mediano, con elevados niveles de lujo, calidad y equipo, que exhibía detalles característicos de Ghía y Exner.    Por años se consideró que Chrysler armó dos unidades, una de color escarlata y otra en azul rey, con capotas de lona blanca.   Sin embargo, muchos años después los coleccionistas más avezados quedaron sorprendidos al conocer la existencia de un tercer Falcon, con carrocería azul índigo y tapicería blanca que no llegó a ser exhibido jamás; fue adquirido por un millonario comerciante caraqueño que lo mantuvo en propiedad durante unos diez años y fue frecuentemente visto en exclusivas zonas de Caracas como El Rosal, El Country Club, Chacaíto o La Campiña.   Su dueño, al cansarse de él, lo rifó a fin de promocionar su cadena de tiendas.   Luego desapareció y a fines de los años ´80 fue visto nuevamente, ya en USA y perfectamente restaurado.

Chrysler Ghia

 

Chrysler Ghia Turbina

 

El test drive más extraño de Venezuela
Mientras el delicioso Chrysler Falcon rodaba por las calles caraqueñas como uno más de los 500mil autos que en los ´60 formaban nuestro parque automotor, Chrysler de Venezuela preparaba una sorpresa. Todo conocedor de la historia del automóvil sabe cuanto empeño puso Chrysler Corporation en el desarrollo de la turbina de gas para autos de calle.   En 1963 la marca estuvo lista para exhibir un auto que concentraba todo lo aprendido desde que se hizo funcionar el primer prototipo en 1953.  Fue construido sobre la base del Valiant Signet de dos puertas, pero Elwood Engel le dio un vistoso estilo que hacía recordar al Thunderbird, con sorprendentes soluciones para el frontal y la zaga.   Chrysler produjo 50 unidades y las distribuyó entre un grupo de “clientes representativos”, que se comprometían a usarlas durante tres meses para luego hacer una evaluación y devolverlas a fin de que fueran entregadas a otros usuarios.  Uno de esos Turbine vino al país en 1964 y Chrysler de Venezuela lo mostró en un evento corporativo en Los Próceres, entre cuyos asistentes estuvieron el maestro mecánico Félix Varona, el exitoso piloto local Armando D´Ambrogio y el editor Armando Ortiz.   A todos se les permitió dar una vuelta en el Turbine,  conducido por un ingeniero de Chrysler. Armando Ortiz reportó sentirse impresionado con el silencio y la relativa falta de calor y humo con los que funcionaba la turbina, añadiendo que su rendimiento en términos de aceleración y rendimiento le pareció comparable con el de un carro estándar del mismo tamaño y peso.  

Chrysler Ghia Turbina

Dodge Viper


Tras la presentación del Chrysler Turbine en 1964, ha pasado mucho tiempo antes que se dejasen ver en Venezuela nuevos show cars Chrysler.   Lo más parecido fue la exhibición de un Dodge Viper RT/10  en el Autódromo de Turagua, en ocasión del evento que marcaba el regreso de Chrysler al mercado venezolano en 1992.   Sin embargo no era propiamente un show car, sino un exclusivo auto de serie.   Chrysler de Venezuela lo ofreció a los clientes que desearan solicitarlo a pedido, lo cual permitió importar otras dos unidades que aun permanecen en el país. Sin embargo eso es parte de otra historia.

Dodge Viper

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