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Recuerdos del culebrón (Alfa Romeo)

Recuerdos del culebrón

 

 

Alfa Romeo P2

 

 

Alfa Romeo es de las contadas marcas del mosaico automotor mundial que supera el siglo de vida y nos ha dado suficientes ejemplos de cómo se puede entender un automóvil como objeto de arte y que siga siendo un bien perfectamente al alcance de quienes entienden que conducir es un todo mucho mayor que la suma de las partes que hay entre el punto A y el punto B.

Por: Julián Afonso Luís
Especial para www.carrosyclasicos.com

Alfa Romeo P3

Alfa Romeo 159 Alfetta

 

“Forza Alfa”.   Es el lema de los “alfistas” y reúne a todos los que se han enamorado de los productos del culebrón como quien se enamora de una chica o chico, porque la pasión por la marca va más allá de cualquier distinción de género. Caprichosos, excéntricos, pero llenos de personalidad y con un sabor en sus entrañas que solo puede entender quien comprende a los autos.

Alfa Romeo 159 Alfetta

 

Alfa Romeo Giulietta


No queremos resumir la historia de la marca, sino compartir cómo se percibe la esencia vital de todo Alfa Romeo y tratar de exponer porqué hasta el más plebeyo de estos carros tiene un pedigrí que presumir.   Vea, por ejemplo, un modelo en vías de jubilación como el 147.    Frías cifras de medida le mostrarán equivalente a un Golf, un A3 o cualquier otro subcompacto, pero fíjese y verá que no se pueden comparar.   La parrilla del 147 evoca arte y la historia de tantos Alfa gloriosos, de tantas carreras míticas y de símbolos legendarios como el trébol de cuatro hojas, verde añejo o dorado “contempo”.   Las proporciones no son las de otros carros, aun respetando los cánones típicos de diseño como la carrocería de dos cuerpos, el parabrisas inclinado o la línea de hombros ligeramente acuñada.   No se parece a nada, nada se le parece y uno hasta se sorprende al saber que apareció en el mercado a finales del pasado siglo.   Algo que, por cierto, excede la media de un ciclo productivo automotor.

Alfa Romeo Giulia

Alfa Romeo Duetto


Ciertamente se puede afirmar que el 147 es uno de los Alfa Romeo contemporáneos mejor logrados (y claro, lo mismo se aplica a su padre, el 156, del cual deriva), pero vamos a su antecesor, el 146 y digamos que aquello no era más que el clon “made in Alfa” del plebeyo Fiat Tempra.  Seguramente tiene tantos o más de los vicios de funcionamiento y durabilidad que jalonaron al Tempra durante toda su existencia.    Sin embargo nadie admitirá vivir una relación amor-odio con su 146, aun cuando su sistema Twin Spark sea demasiado sofisticado para un carro relativamente barato, o su laberinto de correas de mando sea una pesadilla si se rompe inesperadamente.   No encontrará muchas personas que recuerden con orgullo un Tempra -ni siquiera los excelentes modelos de 2lts- pero todo eso cambia en un 146.

Alfa Romeo Alfasud

Alfa Romeo Alfetta

 

Herencia y testimonio

Alfa Romeo en los últimos años se caracterizó por fabricar carros para todo el mundo con elementos distintivos.   Un Alfasud, por ejemplo, nació para competir con el Golf y todos los derivados de este carro… pero mire un poco y verá un motor boxer de cilindros opuestos con 85HP; eso en la versión básica.  Acelere y entenderá que un carro de bajo precio puede ser divertido.   Deténgalo en la calle y todos se fijarán en él.   Y eso que el Alfasud nació en los años más negros de la crisis de combustible euro, cuando Alfa tenía buenos problemas para cuadrar sus balances.

Alfa Romeo GTV 1.750

Alfa Romeo Alfasud Sprint


 Obviamente Alfa no llegó a ser lo que es por fabricar carros de bajo precio y si el Alfasud era una necesidad industrial, no se puede decir lo mismo del Alfasud Sprint, con la misma base mecánica pero una carrocería más “deportiva” (lo de las comillas obedece a que un Alfasud Ti ya tenía suficiente pinta deportiva para necesitarse más) y un interior todavía más sensible.   Alfa hasta llegó a fabricar una versión extrema con seis cilindros que hoy es un raro objeto de colección.

Alfa Romeo Alfetta GTV

Alfa Romeo 164


Porque todo Alfa, incluso en los tiempos más oscuros de la marca, nació con  vocación deportiva; los Alfasud Sprint dieron vida a la homónima copa de circuitos en Europa, en los años ´80 y todavía la preparación corría a cargo de toda una leyenda del mundo automotor como Autodelta, que es ni más ni menos que el departamento deportivo “outsourcing” de Alfa, que ya tenía Alfa Corse.   Y esa misma vocación la tenía el esbelto GTV, que bajo su (añada el adjetivo que más le guste) carrocería ofrecía de todo.   ¿Coupé? No, porque tenía portón trasero.  Y sin embargo no era tampoco un hatchback.    ¿2+2? Pues sí, siempre que se acepte un carro de este tipo reciba dos adultos cómodamente en sus asientos traseros.  ¿Velocímetro?  Sí, claro… casi al centro del tablero, por encima de la radio, a fin de dejar el instrumento más importante para cualquier “alfista” bien a la vista.   El tacómetro.   Busque más y encontrará un motor de cilindros opuestos, una caja de cambios en transeje y suspensiones independientes.   Sin duda el non-plus-ultra en coupés, sobre todo si consideramos su fantástica actuación en los rally del Grupo 2.   Pero no… aun Alfa Romeo encontró cómo mejorarlo, instalando el fantástico V6 de 2.5lts de 165HP y estigma rabiosamente deportivo que, sin embargo, nació para dar vida a un verdadero sedán de lujo de dimensión limitada como el Alfa 6.  

Alfa Romeo 8C Competizione

  

 

Camino a las raíces

Más atrás, siempre con apoyo de la batuta del célebre Pininfarina, encontramos ese encantador biplaza descapotable que en sus inicios fue llamado “el oso hormiguero” por algunos periodistas.   Llegó en 1967, con el nombre Duetto y salvo el cambio del diseño posterior, que antes era al estilo “disco volante” y pasó a ser de “coda trunca” (si usted no es un “alfista” no sabe a qué nos referimos), se fabricó hasta 1994.   Llevó motores de 1300cc, que luego crecieron hasta 1600cc y 1750cc antes de alcanzarse la dimensión definitiva con el “due litri biálbero”.   Con él, Dustin Hoffman escapó de los brazos lujuriosos de la Sra. Robinson en una película que sigue creando astillas de pasión.

Alfa Romeo 179

 


Ir más atrás significa rememorar la época en la cual Alfa era grande.   Significa recordar el día de 1951 en que Enzo Ferrari con sus homónimos monoplazas ganó su primer GP de F1 batiendo a las míticas Alfetta y recordar que ese día Il Commendatore dijo “siento como si hubiera matado a mi madre”.   Porque entonces el mito Alfa era para Italia lo que hoy es Ferrari y el famoso Drake de Maranello acababa de separarse laboralmente de la famosa Squadra Alfa Corse, a la cual había dirigido durante muchos años, porque Don Enzo comenzó a labrar su leyenda con los Alfa Romeo de la primera posguerra.
Hablar de los Alfa clásicos es adentrarse en toda una sinfonía de formas y soluciones de ingeniería, de carroceros de renombre y de teorías de diseño a cuál más audaz y hermosa.    Imposible resumirlos en un párrafo… imposible concentrarnos en un modelo… imposible decir que un Alfetta era un “simple” Fórmula 1 o un simple carro “de carreras” y como muestra tenemos que en él Juan Fangio dio sus primeros pasos en el mundo de los Grand Prix y sumó su primera corona.   Imposible no deshacerse en adjetivos al valorar los Alfa famosos de cuando la marca competía en Le Mans e imposible no recordar estos prodigios de ingeniería sin evocar la vivaz pluma de Pininfarina, o el avanzado intelecto del español Wilfredo Ricart, la avispada gestión deportiva del ya mencionado Enzo o la genialidad mecánica del inolvidable Vittorio Jano que encontró esa alma gemela capaz de hacer que sus máquinas se expresaran en pista del modo en que él había calculado sobre el papel; máquinas como las P2 y P3, tripuladas por gente como Achile Varzi, Rudolf Carracciola, Baconin Borzacchini, Gigí Villoresi y, claro, aquel menudo moreno de Mantua que todos conocimos por su jersey amarillo. Tazio Nuvolari.

Alfa Romeo Spider


El Grupo FIAT asumió las riendas de Alfa Romeo a finales del pasado siglo y eso significó el fin de un largo proceso comercial, ya que para el gran emporio turinés la sola posesión de Alfa y sus símbolos siempre tuvo un sentido especial, que pudo hacerse realidad hace una década larga y que marcó el nacimiento de un modelo excepcional, el Alfa 164, gestado por vez primera en la casa como parte de un proceso industrial de escala que compartió con un Saab, con un Lancia y… con un Fiat, sin que eso le hiciera perder su garbo eterno gracias a la sensualidad de Pininfarina.   Cuáles fueron esos modelos hermanos es un ejercicio que dejamos a la curiosidad de cada lector, mientras seguimos evocando imágenes y sonidos de esbeltos automóviles de brioso desempeño, con un peculiar sonido de escapes y con sus propias rebeldías como la primera velocidad “que rasca” o sus vidrios eléctricos que “no suben”, o su carrocería que, en ciertos modelos, se oxidaba con solo verla.    Defectos imperdonables en cualquier carro, pero que forman parte de la singular filosofía de un Alfa, como me explicó una vez el orgulloso dueño de un Giulietta Sprint Veloce, al cual de pronto le daba por apagarse sin aviso ni explicación;   cuando ocurrió la primera vez mi alarma se multiplicó al ver que su dueño siquiera hizo ademán de abrir el capó sino que, ante mi asombro, dijo “venga, vamos a tomar café”.    Diez minutos después, tras degustar un par de tazas de expreso colado en una cafetera italiana, el Giulietta encendió sin chistar. “A los Alfa hay que entenderlos –sonrió él- y del mismo modo en que hacen que te tomes un tiempo para disfrutar un buen café o ver el sol de la campiña, te harán manejar con tal precisión que no llegarás diez minutos tarde a tu destino sino lo contrario”.
Quizá por eso, luego de muchos y largos años de servicio, abundan los italianos que en vez de enviar su plebeyo Alfasud o Giulia al deshuesadero, prefieren mantenerlo en el garaje cual polvoriento y herrumbroso testimonial de otros tiempos o, incluso, dejarlo en el jardín para que se termine de llenar de orín y, al mismo tiempo, de flores a modo de escultura.

Alfa Romeo Spider

 

La Fórmula Alfa

La historia deportiva de la marca no solo es larga, sino de un valor incuantificable.   Valga solo decir que Enzo Ferrari recibió en los años ´20 la dirección del departamento de competición al cual llamó Escudería Ferrari.   Luego Il Commendatore deja de ser empleado de la casa, funda su propio equipo en 1947 y el departamento de competencia de Alfa se comenzó a llamar Alfa Corse, pasando a conocerse como Autodelta al paso de los años y, posteriormente, Euroracing.   Alfa ha competido en todo tipo de disciplinas; desde las carreras de Grand Prix de preguerra hasta las míticas 24 horas de Le Mans, sin olvidar los prototipos de sport y el rally.    Hablemos acá de la breve e intensa experiencia de la marca dentro del circo de la F1.

PRIMERA ETAPA: LOS DÍAS DE LAS TRES “F”
Forma parte del mito de las carreras el día en el cual el argentino Froilán González ganó para Ferrari su primer Grand Prix de F1.   Ese día de 1951 los Alfa Romeo Alfetta 159 encabezados por Juan Fangio sufrieron una gran derrota que hizo exclamar a un Enzo Ferrari raramente conmovido: “Hoy he matado a mi madre”.   Aun así Fangio logró, al final de ese año, que Alfa Romeo retuviera el título que un año antes Giuseppe Farina había conquistado con el Alfetta 158.   La firma, sin embargo, necesitaba hacer grandes inversiones para reflotar su actividad industrial y no podía destinar ningún dinero para concebir los reemplazos de los Alfetta.   Antes que asignar esos autos a manos privadas que desprestigiaran su palmarés o concebir un carro sin suficientes recursos, Alfa decidió retirarse en grande y desde entonces el Alfetta de Fangio reposa en el museo de la marca, que acepta llevarlo a ciertas exhibiciones de pura sangre para que se pueda disfrutar del peculiar sonido de su motor 8 en línea con 325HP y 4.5lts. 

Alfa Romeo 156

Alfa Romeo 146

 

 

 
 
Segunda Etapa: El Regreso a las pistas

Durante los años ´60 y ´70, Alfa Romeo desempeñó un papel activo en disciplinas como el campeonato de Sport, las subidas en cuesta, las carreras en circuito y los rally.    Sin embargo, a mediados de los ´70 un grupo de ingenieros pensó que el potente V12 del Alfa 33 tenía potencial para correr en F1.   Bernie Ecclestone, ya con una auténtica gula por los negocios, ofreció su equipo Brabham como plataforma y Gordon Murray se encarga de adaptar los chasis ingleses a los motores italianos.   Sin embargo la forma de trabajar de unos y otros no congeniaba; los ingleses, amantes de la construcción ligera, no lograban explicar a los italianos que su motor era tan pesado como potente, mientras éstos no comprendían como su V12, con más de 520HP contra los “apenas” 500 de Ferrari y los 385HP de los Cosworth, no ganaba carreras.   Modelos como los Brabham BT45 y BT48 demostraban la diferencia entre ambas escuelas, quedando como modelo cumbre el BT46 tripulado por Niki Lauda en 1978.    El austríaco acababa de ganar dos títulos para Ferrari, por lo cual en Maranello no gustó su pase a Alfa Romeo, que, vio en eso una especie de vendetta histórica hacia Enzo Ferrari.    Sin embargo solo se conquistó una victoria, Suecia 1978, quedando Lauda 4º del ranking por puntos.
Ingleses e italianos decidieron, no sin polémica, que la única manera de avanzar era separándose.   Carlo Chiti fue conminado a crear un equipo de F1 completo a fin de seguir usando el V12 y éste debutó a finales de 1979.   A inicios de 1980 las cosas parecían crudas, pero comenzaron a evolucionar con la asesoría de Patrick Depailler, su primer piloto.   El corredor francés morirá al volante de un Alfa 179 en unos test en Alemania, pero su reemplazo, Bruno Giacomelli, terminó esa temporada en un rol  competitivo.

Alfa Romeo 159

Alfa Romeo Giulietta


En 1981 Autodelta decide instalar en el 179 un motor turbo.  Este nuevo V8 seguía siendo potente pero pesado frente a los V6 de la competencia, lo cual se fue corrigiendo gracias al apoyo de Mario Andretti.   La paulatina mejora en el  desempeño no fue suficiente para que Andretti decidiera retractar sus planes de retiro de la F1, pero los progresos continuaron en 1982 con otro italiano, el joven Andrea De Césaris, quien da a la marca los resultados más esplendorosos de esta época; una Pole en Long Beach 1982, y dos magníficos 2º lugares en Alemania y Bélgica 1983.  

Alfa Romeo Mito


A pesar de que el V8 turbo había alcanzado buenos niveles, Alfa ya había decidido imitar a sus competidores, concibiendo un V6 turbo, más pequeño y ligero.  Cuando todo parecía  a punto la marca comunicó al equipo que no había más presupuesto para 1984 y un pequeño grupo de ingenieros, encabezado por Carlo Chiti y Paolo Pavanello, lograron que Alfa cediera el material y cierto apoyo oficial en forma de piezas, infraestructura, etc. formando Euroracing Alfa Romeo; una especie de equipo semi oficial que, con patrocinio de Benetton, corrió en 1984 y 1985.   El primer año las cosas parecieron ir engranando, logrando  Riccardo Patrese y Eddie Cheever un podio, pero en 1985 el team acumuló un record de abandonos por averías a veces ridículas, que convencieron a Alfa Romeo de suspender la iniciativa y limitarse a vender motores a equipos pequeños como Osella.   La oportunidad de oro pareció llegar en 1987, cuando se cerró un acuerdo con el team Ligier, que venía de hacer una gran temporada 1986 con motores Renault.    Sin embargo, cuando René Arnoux pilotó un Ligier con motor Alfa, manifestó que el propulsor italiano le parecía pesado y poco robusto si se quería realmente ganar carreras.  Eso causó una gran molestia en Alfa Romeo, que decidió romper el acuerdo y dejar la F1, esta vez para siempre y sin lograr los objetivos que Chiti se había propuesto en 1979; volver a ganar como en los años ´50.

 

 

 

 

 

 

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