Imprimir esta página

Publicidad Revista Mundo al Día 1927

 En 1927 Charles Lindberg cruza el atlántico en su famoso avión “El espíritu de San Luis”, Ford fabrica el último de sus modelos T y el diario bogotano Mundo al Día emite en mayo su edición número mil. Este tabloide a cinco centavos el ejemplar, fundado por Arturo Manrique tres años antes y es considerado el diario que hizo entrar al periodismo colombiano en el siglo XX: Uso extensivo de la fotografía como recurso informativo, aparición de la primera historieta colombiana (Mojicón de Adolfo Samper), abundante pauta publicitaria, y secciones especializadas entre otros, convirtieron a Mundo al Día en una publicación pionera e inolvidable.

Por: Camilo Hernández

Especial para www.carrosyclasicos.com

Precisamente estas dos cualidades finales definen una parte de la historia automotriz colombiana que arrancaba en serio durante los años veinte. Mundo al Día publicaba su sección “Página Automoviliaria” dando a entender que la naciente tecnología, por más que aun no estuviera al alcance de todas las personas, ya se constituía en una necesidad nacional.

Podría señalarse que esta página es la pionera en el periodismo del motor en Colombia; sin embargo su cubrimiento, en la mayoría de los casos, tenía que ver más con el desarrollo de la incipiente red de carreteras que se abría paso en la geografía nacional que con el vehículo como tal, pues no existían ni las condiciones ni los elementos de juicio para analizar marcas o modelos como ahora, pese a la copiosa oferta que, guardadas proporciones, era tan numerosa para la época como en los últimos quince años de apertura económica. No sólo la “Página Automoviliaria” comentaba sobre carros; en otras secciones de Mundo al Día se reseñaban noticias como la caravana Renault al Sahara (clara competencia a las travesías Citroën), las protestas por la interrupción de la carretera a Cambao, el cubrimiento de los primeros carros que llegaban a los municipios, o la aparición del “Bill Gates” de la época: Henry Ford que sorprendía a los lectores con su fortuna que superaba la de Rockefeller y alguna vez se reseñó un intento de secuestro en su contra.

Por otro lado, la abundante publicidad es la que determina su papel en la historia nacional de los medios. Desde luego esta actividad era explotada por la prensa escrita desde 1884 (momento en el que se considera la aparición del primer aviso publicitario en un periódico colombiano) pero la cantidad, variedad y sectorización de la oferta en un mercado determinado por los cambios de comienzos del siglo pasado, son los que marcan la pauta. Eran los tiempos de la “prosperidad al debe” producto de la indemnización por el ferrocarril de Panamá y de las misiones económicas de los Estados Unidos que potenciaron las obras públicas nacionales y desarrollaron los transportes terrestres y aéreos. La prosperidad de los años veintes se veía en los hogares pudientes que contaban ya con luz eléctrica, fonógrafos y aparatos mecánicos de origen industrial. Se reconocen productos de marcas que aun hoy nos acompañan: Emulsión de Scott, Avena Quaker, cuchillas de afeitar Gillette, gaseosas Posada Tobón y todas las derivaciones posibles de la Aspirina de Bayer con su eterno logotipo de la marca doble en cruz inscrita en círculo.

Pero el automóvil y sus actividades relacionadas son las que nos ofrecen sorpresas. Primera por su abundancia en una época que hoy juzgaríamos escasa en cuanto a la oferta y la demanda; segunda porque además de vehículos ya se anunciaban repuestos, talleres y combustibles. En tercera instancia por las marcas como tales y su modo particular de mostrar bondades puntuales junto con sus respectivos representantes en Bogotá. Curiosamente no aparece ningún anuncio de Ford, pero si los de sus competidores que hoy reconocemos agrupados bajo General Motors y Chrysler Corporation: Oakland, la marca que finalmente fue reemplazada por Pontiac en el seno de la GM , y en segundo lugar sus hermanas Chevrolet y Oldsmobile, eran los únicos que anunciaban a media página inferior ofreciendo Belleza, Poder y Economía con dibujos de paisajes o escenas de caza a plumilla y tinta (la técnica mas recurrente del momento). Se podía pedir una demostración al concesionario de Miguel Samper en los bajos del Hotel Regina, lamentadamente quemado durante los hechos trágicos del 9 de abril de 1948.

Salvo Oakland, todos los demás anunciantes pautaron a un cuarto, un tercio u octavo de página. El otro competidor de la inexistente Ford (sólo en la publicidad) era la Dodge Brothers que por esos días estaba a punto de ser absorbida por Chrysler. La marca de los hermanos John y Horace Dodge junto con su división de camiones Graham era representada por Antonio Puerto, quien además contaba con taller mecánico, varias estaciones de gasolina y flotas de taxis (sobre las cuales volveremos más adelante). Queda claro que Antonio Puerto era uno de los primeros importadores de automóviles a Colombia al lado de Ernesto Duperly o Leonidas Lara y que junto con ellos vislumbraron redes de servicio y asistencia integrales al automóvil.

Volviendo a los anuncios de Dodge y Graham, éstos enfatizan la calidad y durabilidad de sus productos que garantizaban alto kilometraje y larga vida al cabo de hasta una década. Los textos que resaltaban estas cualidades acompañados de estadísticas, nos permiten intuir que el automóvil, más que una moda costosa era una inversión demostrable con cifras, y que había llegado para quedarse.

Fuera de lo tres grandes de Detroit aparece anunciado el Whippet, oriundo de la Overland que era la marca asociada a Willys. No sólo reseñaba su economía de consumo y bajo costo al lado de otras virtudes, sino que su ilustración en vista lateral muestra que el mercado al cual ataca es el de las mujeres: Tanto la conductora como la acompañante con un perro pastor alemán nos muestran que la emancipación femenina al volante no es tan reciente como pensamos y que la decisión de compra de un automóvil también era incumbencia de las mujeres. Distribuía el Overland Whippet para Colombia Hanss Kinssenberth. Un anuncio curioso lo constituye una rifa organizada por la Compañía Nacional de Cigarrillos de un vehículo Reo (marca asociada en el pasado con camiones) y cuyas letras eran las iniciales de Ramson Ely Olds, fundador de la Oldsmobile. Este anuncio en forma de carta abierta con una fotografía del carro en mención le aclaraba al cliente la seriedad de la decisión empresarial de rifarlo basada, según palabras textuales “…porque tanto los expertos como nuestros amigos nos han dicho que además de su hermosa presentación, posee el motor más potente y más sencillo que se puede desear.”

Pero si había que hacer claridad de las virtudes del automóvil de turismo para pasajeros, era necesario resaltarlo aun más con el camión de carga, ya que su naturaleza de trabajo lo exigía así. Los camiones Graham de la Dodge Brothers dejaban en claro su éxito en ventas en los Estados Unidos, la conveniencia de su fabricación en acero aleado con cromo y vanadio, y hasta su preferencia por parte de “exploradores científicos” y gobiernos de 71 países. Se encuentran entre agosto y septiembre unos cuantos anuncios de camiones Stewart que recurren a similares argumentos pero respaldado por una red de ventas en otras ciudades del país. Los Stewart eran distribuidos por M.C. & Alberto Isaza. Un caso curioso, casi como para rastreo forense, lo constituyen los camiones Brockway (reseñados en una portada de Mundo al Día en medio de un viaje de resistencia entre Cali y Manizales). Esta es quizás la marca que anuncia en Mundo al Día con mayor frecuencia, y la razón puede estar en su distribuidor exclusivo: Arturo Manrique & Compañía. El mismo nombre del fundador y propietario del periódico.

Asumimos que la historia automotriz colombiana y latinoamericana fue el gran monopolio de Detroit desde sus comienzos hasta los años sesentas. No obstante, Europa también vino a nuestro territorio por aquellos días (no olvidemos que el primer automóvil llegado a Colombia fue un De Dion Bouton francés en 1898). Existe incluso evidencia en la revista Cromos del arribo de Mercedes antes de su fusión con Benz hacia mediados de los veintes.

Mundo al Día nos sorprende con dos marca íntimamente ligadas a nosotros: Fiat y Renault. En el primer caso, los italianos pautan permanentemente con un mismo anuncio de un cuarto de página con un sedán (presumiblemente el 501) enmarcado en un fondo medieval. B. Buraglia, que permaneció vendiendo Fiat en Colombia desde esa época hasta 1934 cuando comenzó a vender los Chrysler,Dodge, Desoto y Plymout de la Chrysler Corporation y que tuvo presencia hasta los días de Chrysler Colmotores, resaltaba facilidades de pago y precios desde $1600 para los automóviles “mejores y más convenientes para Bogotá”. Renault es la gran sorpresa para quienes remontamos su presencia en Colombia a los 4CV y Dauphine de mitad de siglo, previos a Sofasa. Desde luego la publicidad seguía los lineamientos demarcados por las ventajas de precio, calidad y bajo consumo, pero con un ingrediente adicional: Su origen francés como epítome de la gran clase europea lo envolvía en un ambiente aristocrático que recordaba a París y su glamour. Tanto los autos como los camiones (preferidos por empresas de transporte público según reza la publicidad) eran vendidos en Bogotá por José del Carmen Gutiérrez, son los únicos automóviles fotografiados lateralmente, y definitivamente nos demuestran que nuestros Clio, Twingo y Logan tuvieron tatarabuelos que rodaron en suelo colombiano.

Sólo aparece una marca de motocicletas: Indian, sempiterna competidora de Harley Davidson desaparecida en la postguerra y resucitada hace poco. En un discreto anuncio de una columna de base ( 4 cm ) por 6 centímetros de altura aparece el grabado de perfil de la Indian ponderada como la de más robustez, durabilidad y velocidad. Su concesionario, De La C. Ángel (sic), también ofrecía bicicletas en el mismo anuncio. Pero otro renglón anunciante es el de los servicios adicionales al automóvil: Desde talleres y repuestos hasta academias de conducción, como la del señor Roberto Acero ubicada en la calle 20 con 18 que también con un pequeño anuncio de una columna demostraba en una foto su “invento” del doble timón y pedalera para facilitar las clases. En cuanto a los talleres y estaciones de combustible, el ya mencionado Antonio Puerto ofrecía sus servicios con personal calificado y rapidez que respaldaba precios favorables, tanto a sus marcas respaldadas (incluyendo Packard) como a cualquier otra. Dicho taller quedaba en la Carrera 7° N° 886 y sus dos bombas de gasolina en las estratégicas séptima con calle 26 esquina y plaza de San Victorino. El mismo Antonio Puerto vendía en la calle 12 las llantas Goodrich (la marca que técnicamente respaldó a Icollantas).

El pionero automotor Ernesto Duperly lo fue también en rebajas y promociones de llantas Mohawk, pero los anuncios más completos los tenía Royal Cord (Uniroyal) a cargo de M.C. & Alberto Isaza. Apelando a demostrar supremacía en el mercado de la misma forma que lo hizo Dodge Brothers, Royal Cord publicó tres grandes anuncios de más de cuarto de página profusamente ilustrados con caminos de montaña, felinos a punto de atacar, cultivos de caucho en el Lejano Oriente y su fábrica (la mayor del mundo en sus palabras) certificando duración, resistencia y fibra garantizadas kilómetro tras kilómetro. Como curiosidad, también aparece Good Year pero anunciando suelas para zapatos.

Finalmente, el renglón del transporte público en taxis aparece casi a diario en Mundo al Día y en reñida competencia. Este rublo casi inexistente en los actuales medios de comunicación también nos muestra que los teléfonos para domicilios con cifras repetidas nos son nada nuevo bajo el sol. Cuatro empresas competían en las páginas de Mundo al Día : Gran Tax, Tax de Lujo, Taxitax

Y Taxideal. Estas dos últimas, de propiedad de Antonio Puerto, dejan absolutamente claro su monopolio en el sector automotor de Bogotá en los años veinte y nos comprueban que la aparición del taxi en Colombia está ligada a los importadores de vehículos. Mientras Gran Tax y Tax de Lujo tienen avisos atractivos pero de formato pequeño anunciando sus teléfonos, la Sociedad Cooperativa Taxitax del señor Puerto pauta a dos columnas o a cuarto de página superior. Para el caso se Taxideal (que se asume como la extrapolación lujosa de su flota), se expone en toda su majestad el perfil del carro semiconvertible en la parte trasera con chofer uniformado que se destaca entre el tránsito de la ciudad. El texto no deja dudas: “De entre todos los taxis anticuados, feos y estrechos que son “jaulas con ruedas” y “calabozos que andan”, ¡Como se destaca el TAXIDEAL flamante y moderno (…) Por eso Bogotá le ha dado la entusiasta preferencia que concede a todo lo que contribuye a su progreso, su confort y su embellecimiento”. Taxitax tenía un enfoque más básico pero no menos sofisticado: Por un lado, recurría a la caricatura del magistral Ricardo Rendón, y por el otro al texto poético. Sus dos mejores mensajes son el del típico cachaco santafereño que le dice a un amigo:


“En vida o muerte, jamás

quiero nada que sea charro;

quiero lo bueno y no más;

por eso, chato Navarro,

si me ha de coger un carro

¡que me coja un TAXITAX!”

 

El otro es el de la pareja que va a pie con su equipaje por un camino y ve acercarse un carro:


“---Estamos rendidos,

No podemos más…!

--- y a pie seguiremos

si no es TAXITAX.”

Desde luego la publicidad automotriz salía en el resto de la prensa nacional y existen registros de otras marcas no aparecidas en la colección observada; pero este pequeño viaje al pasado que nos ofrece Mundo al Día durante 1927  (se publicaría hasta 1938), arroja nuevas luces sobre la historia automotriz nacional.

Visto 9679 veces Modificado por última vez en Domingo, 26 Septiembre 2021 10:47