Historia de un Campero Gaz 69 AM

Historia de un Gaz 69 AM

Siempre me ha parecido bellísimo el Campero Ruso Gaz 69 AM con sus inconfundibles líneas de antaño que evocan sin lugar a dudas los carros de los años 30 y 40, y quizás por ello durante toda mi vida soñé con tener uno de estos vehículos.

Texto y Fotos: Mauricio Jaramillo
Especial para www.carrosyclasicos.com

Estoy convencido que muchas de las cosas que hacemos de grandes, tienen su origen en experiencias o vivencias que tuvimos de niños.

Esta historia comienza realmente hace unos 38 años, cuando estando aun muy pequeños, nuestro padre, quien tenía un Jeep Willys modelo 61 nos llevó a mis hermanos y a mí por primera vez a conocer el mar.

Viajaban también con nosotros el tío Gustavo, la tía Margarita y sus 3 hijos en un moderno Land Rover Santana, de aquellos de color gris masilla, que por más agua, jabón y brillantina que se les aplique,  siempre se verán opacos.

Definitivamente se trataba de una gran aventura, pues el destino final eran las playas de Arboletes en el Departamento de Antioquia, descendiendo por el Departamento de Córdoba.

Si mal no recuerdo, durante el viaje pasábamos las noches en los vehículos, para lo cual mi papá y el tío Gustavo parqueaban el Willys y el Land Rover en alguna estación de Gasolina;  y ya más cerca de la costa, dormíamos en unas carpas marca “Calé”.

 

En las noches, no podía faltar la mescla del talco Mexana (en tarrito metálico) con el alcohol antiséptico embadurnados en justas proporciones en las espaldas de los niños.  También recuerdo las laticas ovaladas de sardinas, los tarros rojos de galletas sodas, las lámparas de Caperuza, y por supuesto los “Neceserts” de las señoras, del cual recuerdo el amarillo mostaza de mi mamá, con espejo empotrado en el interior de la tapa.

En una de aquellas jornadas en donde el Willys “Orejeperro” de mi viejo se abría paso por una empantanada trocha.

marchando en “segunda” con la palanca medianita tirada hacia atrás y la otra palanquita más pequeña tirada hacia delante (Como decimos algunos todavía: “endoblao” y con la polla puesta), llegamos a un caño bastante crecido, el cual para sorpresa nuestra había derribado el único puente que lo cruzaba.

Definitivamente no hubo más remedio que esperar, esperar, y seguir esperando hasta que el cauce del río bajara lo suficiente para poder tantear el puente que estaba posado en el fondo y calcular por donde cruzarían los carros.

De segundo en la fila estaba el poderoso Willys de mi papá, que por ser de mi papá era el mejor!, y detrás, estaba el Land Rover del tío Gustavo, que por ser del tío Gustavo era también el mejor, según versión obvia de mis primos.

Pasadas las horas y ya cayendo la tarde con el rio un poco más calmado, un fornido lugareño se ofreció pasar en una chalupa improvisada a los niños y a las señoras hasta la otra orilla.  Así, el riesgo de cruzar los carros solo sería asumido por mi papá y el tío.

No acababan de acordar los señores el precio del valioso servicio de salvavidas criollo, cuando se dejó venir desde el final de la fila un campero bastante raro y viejo, conducido por un hombre que no llevaba puesta su camisa pero sí un buen sombrero “voltiao”.  Todo el mundo se quedó inmóvil cuando este sujeto metió aquel bicho raro al agua, y en cuestión de unos pocos segundos, entre saltos, sacudidas, rugidos y humo azul en abundancia, cruzó al otro lado sin ningún inconveniente.

¡¡Que carro es ese?? Preguntamos emocionados mis hermanos yo!!!

Un Gaz, contestó mi papá sin quitarle la mirada.

Un “Gaz”?? Repetimos al unísono.  Así se llama ese carro? Eso es una marca??  Definitivamente no podíamos creer que un carro se llamara “Gas” (Sic).

Tal vez al observar el espectáculo que acababa de ofrecer aquel vetusto campero, mi papá y el tío Gustavo decidieron también cruzar el rio.  Muy seguramente reflexionaron acerca de las capacidades del colosal Jeep Willys CJ5, descendiente directo del legendario “Jeep MB” de la Segunda Guerra Mundial y las capacidades del noble y confiable Land Rover que hizo historia al abrirse paso e inventar caminos en el continente Africano.

Grave reflexión de mi papá y el tío!

Al primer intento, ambos vehículos quedaron atascados y con el distribuidor empapado en mitad del caño, y finalmente tuvieron que ser halados por un camión Ford 56 que estaba del otro lado.

38 años después de aquella aventura, por fin se me dio la oportunidad de adquirir un Campero Gaz 69.  Fue mi hermano mayor quien aun recuerda con mayor nitidez los pormenores de nuestro paseo de niños, quien descubrió uno de estos carros en un Municipio cercano a Medellín.

-“Vos que tanto has fregado en conseguir un campero Gaz de esos rusos feos y redondos, te cuento que en tal parte hay uno y lo están vendiendo”.

De inmediato acudí al lugar y no podía creer el buen estado de las latas y el “chasis”, aunque ya la mecánica era otro cuento.  Solo tenía el motor original (Pa” reparar), pues la caja de cambios era de un “Chevrolet viejo, el troque trasero al parecer de un Jeep CJ7 y el troque delantero tal vez de una camionetica Ford F 100, todo ello muy bien “injertado” al mejor estilo Colombiano.

Cerrado el negocio y entregada la platica, llegué por fin a mi casa encaramado en un camión de grúa con la nueva adquisición.

Qué te parece mi amor?? Grité desde la calle emocionado entre pitos, cornetas y estridentes ruidos que hacía el camión de la grúa con sus frenos de aire!

Para ser honestos, no recuerdo muy bien su respuesta, aunque entre murmullos y una que otra volteada de ojos, pude percibir ligeras vibraciones negativas que no le daban una muy buena Bienvenida al nuevo integrante de la familia.

Pasados algunos días y después de visualizar los futuros problemas de parqueo del carrito, le pude conseguir asilo político en la casa de mis suegros, en donde una de las principales condiciones impuestas por el jefe de hogar, fue la de no realizar ningún trabajo de mecánica en su garaje.  Dicho y no hecho….

Dicen por ahí que “una buena suegra es como una segunda madre” y en mi caso particular no existen dudas!

Con la complicidad de mi suegrita y en las tres ausencias que tuvo mi suegro, pudimos poner a punto el novedoso Gaz 69.

No pasaban 5 minutos desde que el citado personaje salía de viaje para que mi santa suegra me llamara y me informara que no había “Moros en la costa”.  De inmediato me presentaba en compañía de mi amigo y muy ponderado mecánico “Wilfer Agudelo” y de su hermano Holman para agarrar el toro por los cuernos!!

Y sí que lo agarramos!  En aquellas ausencias del suegro, y entre muchos platos de arroz chino, gaseosa, pollo asado y porciones de lechona se desmontó íntegramente el motor del carro para ser reparado; se cambiaron completamente los 2 troques por los originales, se bajó y se lavó el tanque de la gasolina, se tumbó la caja de cambios y se montó la caja principal con la auxiliar (Ambas originales); se montaron los cardanes, se repararon los frenos, se reparó la caja de la dirección y se le hizo “completica” la instalación eléctrica.  Todo, en casa de mis suegritos.

Por esos días solo se podía apreciar las carretillas con repuestos sucios y engrasados, los periódicos esparcidos por todo el piso del garaje, los diferenciales y sus parapetos armados con tubos de acero (Burros) y cualquier cantidad de fierros, palancas, herramientas, raches, alicates y destornilladores.

Hoy valoro enormemente la sana costumbre que tenía mi suegro de avisar en la víspera, las fechas de sus regresos…

Así fue la restauración clandestina de mi apreciado GAZ 69, lo cual no hubiera sido posible sin la participación incondicional de los mejores mecánicos del mundo Wilfer y Holman, y sin la ayuda valiosísima de los señores Juan Libardo Rojas y Aristóbulo Gil de la ciudad de Bogotá, quienes con toda la paciencia e interés pudieron suminístrame los repuestos originales para mi Gaz 69, algunos nuevos y aun empacados en sus cajitas y otros de segunda mano que tuvieron que ser rebuscados en todos los rincones del Guaviare y más allá.  Debo aclarar que en Medellín ya no existen estos carros y por ende no se les consigue ni aire para las llantas.

Referente al GAZ 69 (2 Puertas) se fabricaron en total 586.809 unidades, en tanto que del Gaz 69 AM (4 puertas) solo se produjeron 10.551 unidades hasta 1.972.

De allí que el modelo 4 puertas, a diferencia de los carros americanos, sea un vehículo mucho más escaso e interesante, pues fue concebido inicialmente para transportar los Oficiales del Ejército Soviético, mientras que el modelo de 2 puertas producido en mayor cantidad, fue diseñado para el transporte de tropas y material de guerra.

Lo más interesante de estos vehículos es poder constatar que todavía en el último año de su producción (1.972) se usaba una tecnología absolutamente anticuada con más de 40 años, la cual en Occidente ya era considerada obsoleta desde 1950.

Las farolas delanteras montadas sobre los guardabarros, el motor de culata plana con válvulas en el bloque, el deficiente dinamo de 18 amperios, los “limpiabrisas” de varillas expuestas, los amortiguadores de brazo, el encendido de pie, las transmisiones de acople central (De candeleros o collarín), las puertas laterales (mitad metálicas y mitad de lona) con sus alforjas internas, la lámpara auxiliar del lado del conductor y por supuesto, sus inconfundibles líneas de caballero antiguo hacen que este vehículo sea único en su género.

Las características técnicas del campero Ruso Gaz 69 AM, son:

Velocidad máxima: 95 Kilómetros por hora.
Peso: 1.535 kilos.
Capacidad de carga: 5 personas + 50 kilos.
Capacidad del tanque Gasolina: 60 litros
Motor: 4 cilindros en línea.
Orden de trabajo: 1-2-4-3.
Potencia máxima a 3.800 rpm: 62-65 HP.
Cilindrada: 2.400.
Diámetro de los cilindros: 88.
Carrera pistón: 100.
Llantas: 6.50 X 16
Dínamo 12 voltios 18 amperios.
Distribuidor con selector manual de octano.
Longitud: 3.850 milímetros
Anchura: 1.750 milímetros
Angulo de subida máximo que supera en terreno duro: 30 grados.

Hoy en día roba miradas y rueda orgulloso como en sus primeros años.  Sin embargo aun no estoy seguro si esos primeros años corresponden al final de los sesentas cuando vino a Colombia, o definitivamente este carro se detuvo en el tiempo y sigue perteneciendo a la primera mitad del Siglo 20, cuando funcionaba en el corazón de Moscú una planta de la Ford.  Y es que no es ningún secreto de la Guerra Fría que la mecánica del Gaz 69 nació precisamente de aquella fábrica.

 

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