Visita al Museo Henry Ford

Henry Ford Museum, El Gran Legado

Definitivamente hubo una gran obra que Ford y su gente le han dejado al mundo más allá de la masificación automotriz: Conocimiento.

Textos e Imágenes: Camilo Ernesto Hernández Rincón

Especial desde EUA para www.carrosyclasicos.com

En Dearborn, pegado al imperio automotor que conocemos como Detroit, está el cuartel general de la marca del óvalo azul, y justo a su lado está el viejo edificio en donde el gran Henry Ford tuvo su gran fábrica de modelos T y su aeródromo de pruebas para sus trimotores. Allá está el Museo de su nombre, donde por módicas sumas y, ojalá con itinerario previo, es posible tener un plan familiar entretenido, donde se pasa a gusto viendo hermosas colecciones relacionadas con la evolución de la tecnología y los transportes, solo por citar el principal de sus propósitos, pues también abarca la recreación de lo que fueron los Estados Unidos de hace un siglo en la forma de un pueblo con todas sus casas y calles.

Hay una magnífica aunque reducida colección de trenes, que incluye las primeras máquinas de vapor, locomotoras gigantescas, tranvías como los que se llevó el Bogotazo, maquinaria agrícola, algunas de las máquinas antiguas empleadas en la fabricación automotriz, y ni qué decir de la colección de aviones que encabezan los trimotores Ford, conocidos como el Modelo T del aire. Todo esto en un colorido y atractivo ambiente para toda la familia, que lo convierte en plan para gente de cero a cien años. En cuanto al tema que nos ocupa, y contrario a lo que podría pensarse, no se trata de una muestra limitada a Ford, Mercury y Lincoln. Para sorpresa de todos, los modelos de la competencia, especialmente aquellos que marcaron toda la historia automotriz estadounidense están presentes y tienen la misma significancia que las marcas bajo el grupo del óvalo. Inclusive aparecen carros que pueden parecer a la vista de muchos demasiado recientes para estar en un museo; pero precisamente eso demuestra el criterio incluyente y democrático de la muestra. Tan descomplicados son en el Museo Henry Ford, que lo que menos se quisiera mostrar ahí, está ahí con todo y explicación divertida al respecto: El Edsel de 1958, con comparación a Oldsmobile chupador de limones, y todo.

 

Aparecen los grandes hitos de Ford, incluyendo, como no, al modelo T y al modelo A. pero para quienes hicieron bien la tarea de investigar los orígenes del viejo Henry, la nota máxima es tener ante sus ojos el cuadriciclo original de 1896, los modelos pioneros de 1903, con el modelo A hasta el S, (no todos), el 999 de carreras con el que le ganó al Winton  en 1903. Como no, el primer motor de 8 en V del 32 está a la vista, al igual que el convertible de 1940, el renovado 1949, el T-BIrd, el Mustang, uno de sus camiones “chatos” de los 70, el ganador GT40, y pese a que hay pocos aparatos de concepción europea, ahí está el Escort de 1982 para demostrar que los tiempos cambian, al igual que el primero de los Taurus del 86. Para los amantes de Mustang, dos tesoros: El prototipo conceptual biplaza de 1962, y el primero de todos: Aquel convertible blanco del 64 y medio que fue vendido por error a un aviador canadiense y que fue recuperado, luego de no ciertos ruegos.

 

GM, Chrysler, los independientes que se fueron y los importados que se quedaron, ponen aparatos cruciales en la movilidad norteamericana. Chevrolet juega de visitante con Bel Air 55 y 56, acompañado de una de las vallas originales de McDonalds. El Corvair sedán de 1960, y no podía faltar el Corvette, entre otros. Los hermanos mayores como el Pontiac GTO, el Buick Riviera o el La Salle están ahí. El grupo dela estrella en el pentágono se manda con ejemplos como el carro tanque estilizado Dodge Airflow para 1939 de Texaco, un flamante De Soto de 1958, otro delos escasos Chrysler Turbine en bronce y negro de 1966, el Plymouth Omni (Talbot Horizon) de 1982, y la minivan original de 1984. Inevitable involucrar el contraataque japonés con Toyota Corona 1966, el Yaris híbrido, o el primer Honda Accord fabricado en los Estados Unidos en 1982.

Desde el Duryea original de finales del siglo XIX, hasta un Jeep MB legítimo de la segunda Guerra Mundial, los independientes y los alternativos están ahí. Como en casa de herrero, cuchillo de palo, sorprende saber que Clara Briant, la esposa del viejo Henry, usaba un Baker eléctrico de 1914, pues era el favorito de las mujeres, y `precisamente otra mujer fue la vendedora. Marcas como Studebaker, Nash, Cord,Kaiser, y hasta Tucker andan sueltas por ahí, Algunas de ellas de la era del bronce como Riker, Duryea-Stevens o Chalmers, dicen que efectivamente existieron para el mundo hace un siglo. En este reino creado por el primer gran carro popular aparece un monarca legítimo e imponente: Uno de los escasos Bugatti Royale que hay en todo el mundo, junto al sobrio Lincoln Continental Mark IV 1956. Las energías alternativas como los híbridos están presentes, como el antes citado Chrysler Turbine, o motores innovadores, como el rotatorio Wankel, además del frustrado EV de GM, o experimentos fallidos de la obsesión por la seguridad como elCornell-Liberty de 1957. Un Checker en amarillo neoyorquino como esperando carrera, al igual que los dos grandes representantes de VW: El Escarabajo negro de 1949 y una Combi Westfalia de 1959, que abre otra tendencia:

Como hay pequeñas áreas temáticas, existe la que rinde culto al turismo y a los viajes en carretera, compuesta por la antes citada VW Westfalia. A su lado, casas rodantes y remolques de varias épocas, hasta con cuartos de Motel (ojo, los legítimos Motor Hotels de autopista; no confundir con nuestros “amoblados”). Como no, hay camiones, y hasta el primero de los buses escolares estadounidenses de Blue Bird, montado sobre chasis de Ford TT 1927, y que se podía conseguir en cualquier color, siempre y cuando fuera amarillo. Una extravagancia gringa: Uno de los legítimos “salchichomóviles” de Oscar Mayer de los años cincuenta, y la que es quizás la mejor de las mini muestras del museo: Los carros presidenciales.

Aquí si no existe Cadillac; todos son Lincoln. El primer aparato de 1939 con dispositivos de seguridad para transportar a Franklin D. Roosevelt y que él mismo llamó  "SunshineSpecial". El segundo puede erizar la piel a muchos, pues es el Lincoln 1961 del funesto 23 de noviembre del 63, día del asesinato de John F. Kennedyen Dallas. El tercero es no menos tensionante, pues se trata de la limusina a la que se iba a subir Ronald Reagan cuando le dispararon en 1981, a los pocos meses de asumir como presidente. Antes había servido a Nixon y a Carter. Aparte de ellos hay un bus amarillo con verde… y no cualquier bus. En una sala especial, con recuerdos de la cuestionable segregación racial (túnica blanca del KuKluxKlan incluida), el GMC de Montgomery en Alabama, donde Rosa Parks se negó a cambiar de puesto con un blanco, dando lugar al boicotde transporte público y a la lucha por los derechos civiles de los afroamericanos. Los asistentes pueden subir a él y hasta sentarse en sus asientos… incluido aquel en el que se inició todo.

Podrían escribirse cientos de historias en cuanto a cada carro exhibido, o sobre otros temas insertos en el museo, como los aparatos de carrera, la publicidad automotriz, y hasta los procesos creativosde un automóvil, con todo y modelos a escala; pero en esta oportunidad, www.carrosyclasicos.com  prefiere que sus lectores miren y admiren las piezas que encontró para todos y que, si algún día se animan, desea que puedan contemplar con toda la familia en vivo, en el recinto creado por ese testarudo genio de origen campesino y ancestro irlandés, que nos legó el carro para todos.

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