Fiat 124 y Alfa Romeo convertibles según Pininfarina

Los automóviles para los italianos han sido parte de su esencia, y los deportivos aún más, ya que recogen y logran sintetizar la pasión de un pueblo por la velocidad y el rendimiento mecánico.

No en vano podemos afirmar que a la mayoría de los italianos no les corre sangre por las venas sino gasolina. Creemos que la aseveración aunque pueda sonar pretenciosa esta muy pero muy cerca de ser cierta.
El origen y la historia del automóvil en Italia desde hace más de cien años han estado ligadas a la velocidad, a las carreras, a obtener el mayor rendimiento posible de los motores mediante innovadores dispositivos, utilizables en cualquier vehículo sin importar su marca, cilindrada y sin tener en cuenta si el auto o la motocicleta que porta la rendidora mecánica se utilizará en las calles o en las carreras, bien sean estas en carreteras o pistas.

 

 

Por: Roberto Nigrinis Velandia

 

 

 

Ese matrimonio indisoluble y muy pasional entre auto y velocidad ha estado presente desde la génesis misma de los automóviles, a finales del siglo IXX, y mostró en Italia algunos de sus mejores frutos en épicas carreras como la Targa Florio o la Mille Miglia, competencias de largo aliento por difíciles caminos, en las cuales los automóviles eran sometidos a pruebas increíbles de resistencia y duración, a la vez que eran convertidos en laboratorios sobre ruedas, al mando de valientes y casi suicidas pilotos de la talla de Tazzio Nuvolari o Achille Varzi, sólo para mencionar algunos, que fueron en el pasado los ídolos que precedieron e inspiraron a verdaderos maestros al volante como Giuseppe Farina, Alberto Ascari, Juan Manuel Fangio, Ayrton Senna o más recientes como Michael Schumacher o Juan Pablo Montoya para mencionar sólo algunos.
Estas carreras a las que podía asistir cualquier persona que viviera cerca de la ruta escogida, fueron el “caldo de cultivo” ideal para el nacimiento de una verdadera afición, que sufría y gozaba con las hazañas de los grandes ases del volante. Entre las miles de personas que acudían a presenciar estas gestas estaban muchos niños y jóvenes que años después se interesarían por los automóviles o las motocicletas, como pilotos o como encargados de desarrollar la manera más eficiente de alcanzar mayor velocidad y potencia de cada motor por pequeño que fuese. Entre estos cientos de espectadores habituales estaba un niño que asistía acompañado por sus padres, el cual una vez alcanzada la mayoría de edad se lanzaría al fascinante mundo de la velocidad, primero como piloto y luego como constructor de bólidos, hablamos del genial Enzo Ferrari.

 

No importa si se habla de un Fiat, de un Alfa Romeo, de un Lancia, de un Autobianchi y hasta de un sencillo Innocenti o de los exclusivos y encopetados Ferrari, Lamborghini o De Tomaso. Cualquiera de ellos aporta a su estilo y posibilidades soluciones ingeniosas para obtener el mejor rendimiento posible de sus motores.

Hemos tenido el inmenso placer de conducir dos espectaculares ejemplares de esta casta privilegiada de autos veloces y verdaderamente deportivos italianos, que personifican lo expuesto con anterioridad. Volvimos a disfrutar del conducir despeinados y del sentir el viento en la cara, algo que sin duda siempre será muy divertido para cualquier amante de los autos cuando aborda un Spider y lo es más cuando el diseño de dicho auto esta firmado por Pininfarina, la casa italiana de diseño fundada por Juan Bautista Farina, que ha diseñado y ejecutado hermosas carrocerías para fabricantes tan disímiles como Peugeot, Ferrari, Lancia y hasta Cadillac.
 Antes de comenzar debemos aclarar que el término Spider curiosamente tiene origen anglosajón y define a los automóviles descapotables de dos puestos, que eventualmente pueden transportar algunos objetos livianos detrás de sus únicas sillas, o una pequeña banca para que otros dos ocupantes se acomoden en el vehículo. Pero tradicionalmente ha sido utilizado comúnmente para definir a los autos deportivos descapotables de fabricación italiana.
El primero es un Fiat 124 Spider de 1980, versión norteamericana, el cual no sólo impacta por su reluciente color rojo y las fluidas y bien logradas líneas de su carrocería monocasco, sino que resulta más impactante cuando lo abordamos y retiramos con gran facilidad su carpa negra que hace parte de un diseño creado y firmado con orgullo por Pininfarina. Lo primero que nos atrae es su tablero imitación madera, con dos amplios relojes en los que encontramos: Velocímetro y tacómetro, los cuales reciben el apoyo de cuatro instrumentos individuales que nos informan como van las cosas bajo el capó en cuanto a carga del sistema eléctrico, temperatura del motor, presión de aceite del propulsor y nivel de combustible. El diseño de este panel es impecable, diáfano y muy funcional, sin duda es de los aspectos más significativos y que le dan mayor personalidad a este hermoso Fiat.
Una vez sentados en sus amables y generosas sillas encendemos el motor, un simple giro de la llave pone a ronronear el motor de doble árbol de levas, el cual gracias a su original sistema de escape permite vaticinar como será su rendimiento. Oprimimos el pedal de embrague y ponemos reversa, el funcionamiento de la palanca no puede ser más preciso y suave de accionar. Damos marcha atrás, lo que resulta un sencillo juego dada la gran visibilidad de que disponemos, la cual entre otras cosas no es muy deficiente con la carpa puesta.


Arrancamos y sentimos el excelente torque del motor biárbol  de 2.000 c.c, alimentado por un sistema de inyección de combustible, que permite disfrutar de este desde muy bajas revoluciones. Aceleramos progresivamente y las revoluciones aumentan con facilidad, como lo certifica el tacómetro, uno a uno van pasando los cinco cambios con la misma precisión y suavidad hallada al poner la marcha atrás.
La velocidad  progresa con gran facilidad y rapidez, a la vez que disfrutamos del delicioso sonido del escape que nos transporta a otras épocas, más tranquilas y reposadas y que nos recuerda que bajo el capó galopan 135 caballos que le permiten al 124 llegar a los 193 Km/hora.
El sistema de dirección de bolas recirculantes sin asistencia alguna no es suave de accionar, pero eso no nos importa, ni nos impide disfrutar de la sencillez de su mecánica. Adicionalmente su funcionamiento es más preciso del esperado en este tipo de mecanismos.
Abordo se puede disfrutar de amplitud, y de mandos sencillos, accionados desde perillas fabricadas en madera que le dan un aire retro muy especial. Además al quedar el vidrio panorámico lejos de los pasajeros y al no estar tan inclinado como se acostumbra hoy en día en este tipo de vehículos, la sensación de libertad es casi total.

Acelera, toma las curvas con gran firmeza y frena con fiereza, gracias a sus cuatro generosos discos, que reciben sobre asistencia a la usanza  en todos los Fiat en esta época.

De este singular y reconocido automóvil se produjeron 198.000 unidades, que utilizaron a lo largo de su historia de 19 años (1966-1985) tres motores diferentes de cuatro cilindros, 1.438,1.609 y 1.995 c.c, con varios carburadores o inyección de combustible y cajas de cambio manuales de cuatro o cinco velocidades y automática de tres, esta última la preferida en los Estados Unidos. Como si lo anterior fuera poco, el 124 Spider, también se vendió en versiones preparadas por Abarth.

 

Nuestro segundo invitado es más reciente, es un aerodinámico Alfa Romeo Spider de 1993, pintado en un amarillo muy intenso que no pasa desapercibido en ningún lugar.
Subimos al Alfa y realizamos el habitual ritual, abatir la carpa, lo cual se logra también al igual que en el Fiat con gran sencillez. Giramos la llave de encendido y el motor comienza a rugir con una falsa modestia que oculta su gran potencial, que se alcanza a intuir gracias al ronroneo de felino agazapado que se alcanza a escuchar desde el escape.


Continuamos con el ritual, analizar el habitáculo, encender el radio, en el cual comienza a sonar música italiana, esto no podría ser más oportuno y acertado y nos recuerda la prueba que le hicimos al Fiat Spider, la cual también desarrollamos acompañados de estos alegres acordes, que nos trasportaron a la “madre patria” de estos bellos ejemplares, sin duda otro aporte al inolvidable contacto que tuvimos con estos espectaculares representantes de la cultura automotriz italiana.
 El tablero es negro, ligeramente inclinado, dominado por grandes relojes para el tacómetro y el velocímetro. En general es más sobrio y moderno pero para nosotros no tan impactante y llamativo como el del Fiat 124, pero igualmente completo en información y funcional en disposición. Aceleramos por unos breves segundos hasta que el motor alcanza una buena temperatura, tomamos con nuestra mano derecha la palanca de cambios de cinco velocidades adelante y cuya palanca está montada casi horizontalmente y encontramos la misma suavidad y precisión que en el Fiat. Accionamos el embrague hidráulico y dirigimos la palanca hacia nuestra derecha completamente y la bajamos, encontrando la posición deseada. Arrancamos con suavidad y vamos pasando de cambio a cambio con gran firmeza y precisión, a la vez que el nivel sonoro aumenta progresivamente volviéndose cada vez más agradable y excitante. Aceleramos, frenamos y tomamos curvas con gran facilidad. El Alfa es dócil y sencillo de manejar, pero si se oprime el pedal derecho sale disparado cual gacela, mostrando todas las posibilidades de su motor de doble árbol de levas, que produce la nada despreciable potencia de 131 HP/5.500 rpm.


El comportamiento de las suspensiones, de la dirección y de los frenos permiten disfrutar del auto sin sobresaltos.
El interior es elegante, aunque un poco frío y demasiado sobrio para nuestro gusto tropical, pero es muy cómodo y bien terminado. El espacio es generoso para los dos pasajeros delanteros, en parte por la posición del vidrio panorámico, que aunque no es tan vertical como en el Fiat permite a los ocupantes sentirse libres. En la parte posterior el espacio no permite nada diferente a una maleta o canasta pequeña, no hay silla como en el Fiat, por lo que el auto sólo permite dos pasajeros. Tiene un baúl de dimensiones suficientes para su capacidad y vocación deportiva y caben bastantes cosas pese al espacio ocupado por la llanta de repuesto y la batería, que al igual que en el Fiat 124 viene montada en el espacio destinado al equipaje.
Este modelo se fabricó con variaciones entre 1966 y 1993, siendo presentado al mundo en el Salón de Ginebra de hace 39 años. A lo largo de sus 27 años de recorrido por el mundo entero, su hermosa carrocería diseñada por Pininfarina fue actualizada convenientemente y fue propulsada por motores de cuatro cilindros de 1.750 c.c y  1.962 c.c. De este longevo y espectacular descapotable se produjeron 82.500 unidades en total.

 

Luego de haber disfrutado de los funcionales mandos, de la potencia de los motores, del viajar con el cielo como único techo y siendo la envidia de los demás automovilistas, podemos concluir que un automóvil deportivo tradicional siempre será lo mejor al momento de querer evocar tiempos idos, pero que si tiene la firma de Pininfarina, tendrá un ingrediente adicional que le sumará distinción y prestigio, algo que se ha perdido sin duda alguna, en aras de la producción en masa y de los diseños cada vez más parecidos en los autos actuales.
No podemos decir que los autos deportivos de antaño sean mejores que los actuales, pero el conducir un veterano de estos, nos permite disfrutar del verdadero sabor del pasado, cuando existían menos recursos tecnológicos y la electrónica no primaba sobre la mecánica, pero aún así se lograba con soluciones sencillas,resultados sorprendentes y perfectamente funcionales aún hoy en día y a pesar de los años transcurridos desde su salida al mercado.

 

Fichas técnicas

Fiat 124 Spider 1980

Motor: 4 cilindros 8 válvulas
Cilindrada: 1.995 c.c
Potencia: 135 HP/5.600 r.p.m
Torque: 15,3 Kgm/ 3.000 r.p.m
Alimentación: Inyección electrónica
Transmisión: Manual de 5 velocidades
Dirección: Bolas recirculantes
Tracción: Trasera
Frenos: Disco en las 4 ruedas con asistencia
Llantas: 205/60 R 13”
Largo/ancho/alto: 4.14/135./1,25 m
Peso: 1.260 Kilos
Velocidad máxima: 193 Km/hora

Alfa Romeo Spider 1993

Motor: 4 cilindros 8 válvulas
Cilindrada: 1.962 c.c
Potencia: 131 HP/5.800 r.p.m
Torque: 10.2 Kgm/ 2.400 r.p.m
Alimentación: Inyección electrónica
Transmisión: Manual de 5 velocidades
Dirección: Cremallera hidra
Tracción: Trasera
Frenos: Disco en las 4 ruedas con asistencia
Llantas: 195 60 R 15”
Largo/ancho/alto: 4.20/1.40/1.23 m
Peso: 1.300 kilos
Velocidad máxima: 200 Km/hora

Visto 11331 veces Modificado por última vez en Domingo, 01 Agosto 2021 12:13