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Después de superada la terrible depresión económica y una vez terminada la Segunda Guerra Mundial, el mundo estaba listo para tener nuevos automóviles. En esta carrera por ofrecer vehículos nuevos y estilizados Studebaker y Hudson picaron en punta, más no así “los tres grandes” General Motors, Ford y Chrysler. Este último debió esperar hasta abril de 1949 para presentar sus modernos diseños, más aerodinámicos, a los que con el correr del tiempo se les fueron incorporando motores cada vez más potentes, para mover gigantescas carrocerías cubiertas de cromo y provistos de aletas monumentales que evocaban aeronaves y mostraban una cada vez mayor influencia espacial en un mundo próspero y optimista, como el que se vivía en los Estados Unidos de América en esos días.

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Cuando Walter Chrysler abandonó su puesto directivo en General Motors Corporation, era un hombre joven y millonario que disponía de mucho tiempo libre. Para ocupar sus días adquirió la Chalmers una empresa automovilística con dificultades financieras. De esta experiencia al mando de su propia compañía nacería la corporación que lleva con orgullo su apellido, la cual abrió sus puertas en 1924, para convertirse con el paso del tiempo en una de las “Tres Grandes” compañías automotrices de Detroit y del mundo por muchos años. Como un homenaje a esta gran corporación que inició actividades hace 84 años, iniciamos una serie que muestra la publicidad que se hacía 8 décadas atrás, con el mismo objetivo de hoy, motivar al cliente a comprar un vehículo nuevo. Tenemos piezas publicitarias producidas entre 1924 y 1930, en las que aparecen los modelos de la naciente corporación estadounidense.

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Con esta segunda entrega terminamos con la serie iniciada hace 15 días, sobre los avisos publicitarios que se publicaron en periódicos y revistas entre los años de 1934 y 1937, época durante la cual la Chrysler Corporation luchaba por superar los efectos de la depresión económica, con modelos muy originales, e incluso futuristas, como fue el caso del Airflow, vendido con las marcas Chrysler y Desoto, pero que nunca logró el nivel de acogida y ventas que merecía. Era moderno y aerodinámico y se fabricaba completamente en acero, algo que no todos sus competidores hacían, ya que recurrían todavía al uso de la madera para muchas de las partes de los vehículos que ofrecían y entregaban a los clientes.

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En octubre de 1929 la bolsa de valores cayó. La economía mundial se desplomó, los millonarios pasaron a convertirse en mendigos en un abrir y cerrar de ojos y miles de personas perdieron sus empleos y sus bienes. La industria automotriz fue uno de los sectores que más se vio afectado, muchos fabricantes se encontraron en bancarrota y debieron cerrar, mientras que otros buscaron alternativas para seguir trabajando y ofreciendo a la cada vez menor cantidad de compradores productos novedosos. Este fue el caso de la Chrysler Corporation. Allí su presidente Walter P Chrysler encomendó a un grupo de ingenieros conocido como “Los tres mosqueteros” el diseño, desarrollo y ejecución de un automóvil, moderno y funcional que atrajera a los clientes. Este trío conformado por Owen Skelton, Fred Zeder y Carl Breer crearon el recordado, aerodinámico y futurista Airflow, que se vendió con las marcas Chrysler y Desoto entre los años de 1934 y 1937, cuando se dejó de fabricar ante la poca respuesta comercial de un público que no estaba preparado para tanto modernismo. En esta entrega veremos los avisos publicitarios que mostraban al Airflow

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