Desfile de vehículos antiguos y clásicos en Medellín

 

Los carros del garaje colombiano en el XV Desfile de autos antiguos y clásicos de Medellín

Sábado 7 de agosto de 2010: Una nueva conmemoración de la Batalla de Boyacá enmarcada por el Bicentenario. Colombia contempla el cambio de mando presidencial, mientras bajo el cielo antioqueño de radiante sol se iluminan los brillantes colores de las flores que bajan de Santa Helena y las relucientes carrocerías de los carros antiguos y clásicos que acudieron a su décimo quinta cita anual en Medellín, convertida en el segundo gran ritual de la capital de la montaña al lado del Desfile de silleteros.

Textos: Camilo Ernesto Hernández Rincón
Especial para www.carrosyclasicos.com  
Fotografías: Camilo Ernesto Hernández Rincón y Óscar Julián Restrepo Mantilla

 

Institucionalizado por la gran celebración floral de la ciudad, agendado obligatoriamente en los calendarios del aficionado, y esperado por más de un millón de personas apostadas a ambos lados del recorrido, el Desfile de este año volvió a ser exitoso. Mayor aun, fue a su modo una apoteósica celebración para quienes temáticamente lo protagonizaron: Los Autos del Garaje Colombiano. Un más que merecido homenaje a la industria nacional del ensamblaje automotor que por más de cuarenta años puso en las calles los coches que los colombianos hemos conducido masivamente. Este acto de reconocimiento que amerita líneas especiales posteriores puso en marcha con anticipación los motores logísticos de la Fundación Museo del transporte de Antioquia, en cuyo funcionamiento estuvo presente éste Enviado Especial de www.carrosyclasicos.com para observar el profesionalismo con que el equipo de trabajo encaró la nueva labor del 2010. Con meses de anticipación, desde la pequeña pero agitada oficina de la Fundación Museo del Transporte ubicada en Envigado, a pocos metros de la finca-museo “Otra Parte” del filósofo colombiano Fernando González, los teléfonos recababan información y las plantillas de Excel las depositaban dejando constancia de nuevos y viejos participantes (a última hora había gente pidiendo estar cuando las inscripciones ya se cerraban). Se analizaban carros y se pedían fotos de afuera aconsejando mejoras mínimas. Las charlas técnicas previas al desfile que siempre se hacían el día anterior, por primera vez salían de Medellín a las ciudades de mayor participación para informar sobre reglamentos e inquietudes en ambiente de frescura y no de cansancio por recién llegar a la ciudad sede. (En el caso de Bogotá, ésta se realizó el 13 de julio en Compensar de la calle 94 a modo de desayuno de trabajo en cabeza de Luis Alberto Moreno y Arturo Vayda). Muchos otros aspectos de la organización comprueban que hasta la alegría implícita del Desfile tiene que estar revestida de seriedad y de responsabilidad, y que aun en el desgaste físico y mental del equipo de trabajo, las soluciones quedan por encima de los problemas.


Está de sobra comentar el ambiente asegurado de alegría que todos brindan: desde el organizador hasta el participante; desde el espectador con todo y familia hasta el televidente; desde el grupo de amigos que debaten sobre tal motor o cual accesorio, hasta la señora con abanico que pide bocinazo. Lo que si se necesita mencionar fueron los cambios estudiados y puestos en práctica en esta oportunidad: Acortamiento del recorrido a sólo 20 kilómetros, reducción de participantes a no más de 250 carros (originalmente se habló de sólo doscientos), adelantamiento general de horas de inicio y fin (partida a las 10:30 am y llegada a las 2 pm), y cambio de ruta que por primera vez circuló en sentido contrario de la avenida Las Vegas, ganando la avenida paralela al Rio Medellín y al sistema Metro desde, y hacia Itagüí; para virar por La Macarena a dos orejas, ganando luego la Avenida Bolivariana por el sector de Laureles, y seguir derecho por Belén a la avenida 80 pasando cerca de La Mota, el Aeroparque Juan Pablo II, Aguacatala, la Licorera de Antioquia, finalizando en los parqueaderos de EAFIT. La partida como de costumbre desde El Colombiano en Envigado veía todos los ritos de rigor como los himnos nacional y departamental, discursos de apertura, y a la frase de “Que enciendan sus motores por los niños de esta ciudad”, los “starters” inyectaban vida y alegría a cigüeñales, pistones y bujías. En orden de numeración los ejes de tracción traseros o delanteros hacían girar las bandas de rodaje de neumáticos que finalmente movilizaban autos y ocupantes. El XV Desfile ganaba la calle, y de paso, el entusiasmo de todos…


Del garaje colombiano a la consagración popular


Las imágenes aquí exhibidas muestran que como en todo buen desfile, los animadores recurrentes no podían faltar: Además de los consabidos modelos y marcas como Jeep, Ford A, T-Bird, VW que siempre están ahí, hubo grupos y carros bien especiales. Dos inéditos Packards verdes se estrenaron majestuosos: El primero, un clásico legítimo. Un convertible que había pertenecido al expresidente Alfonso López Pumarejo y que demoró años en ser presentado, y una hermosa limosina de 1948 en un brillante tono manzana metalizado con un pasado tan opulento como triste. En su interior iba don Diego Echavarría Misas, presidente de Coltejer a finales de los años sesenta cuando fue secuestrado, en el primer caso de retención forzosa célebre de la historia colombiana. Este Packard de inmaculado interior se la pasó más de veinte años escondido de garaje en garaje, hasta que por fin el Desfile le curó el “fucú” por el que han pasado otros carros lujosos que inocentemente han sido escenario de magnicidios y demás tragedias. Grupos de Jeeps militares incluyendo los VW Kubelwagen e Iltis, los fúnebres de la San Vicente de Medellín, por primera vez un grupo selecto de policiales colombianos en gris o negro con blanco, y al final, los bomberos de Medellín en sus American La France o International. Dos damas más un caballero inglés hechos de madera: Hablamos aquí del Morgan azul (el cual fue vendido a su actual dueño por un aburrido poseedor que no quería tener más ese “bulto’e leña”), y de las dos camionetas “Woody Wagon” oriundas de Ford y de Plymouth que llegaron de Bogotá y de Sutamarchán. De muchas ciudades de Colombia y de Ecuador llegaron carros y delegaciones ávidas de protagonismo, inclusive desde Villavicencio llegaron ilusionados participantes con patrocinio de autoridades municipales a hacer presencia llanera en Medellín.


Pero los grandes protagonistas fueron los que llegaron con el aura de la aceptación pública: así como en el desfile de silleteros participa por obligación la silleta corriente y pequeña con las flores nativas de Santa Helena para vender en las plazas de la ciudad, los grandes clásicos y antiguos abrían calle de honor por primera vez a los productos ensamblados en Colombia y en condiciones inéditas: Edad de antigüedad extendida hasta 1985 para carros oriundos de Sofasa, Colmotores y la Compañía Colombiana Automotriz en estado de originalidad completo. Este reconocimiento de los organizadores, más que justificado, convierte al Desfile de este año en un hito en los anales de la conservación de autos antiguos en Colombia y cierra un antecedente exitoso iniciado en el Desfile bogotano del 8 de diciembre del año anterior cuando se hizo la convocatoria a clubes monomarca, donde por primera vez circularon Renaults, Simcas, Dodge y Fiat. A Medellín que celebraba el homenaje en parte por el 40 aniversario del R4 colombiano, por el inicio del carro popularizado en Colombia desde los años setenta, y para quien así lo quiera ver, del Bicentenario, llegaron los más esmeradamente cuidados modelos nacionales que se hayan visto: Cuatro, el mágico número del “Amigo Fiel”, fue también la cantidad de estos representantes en el desfile, de los cuales, además del famoso N° 1 “Azul Pastrana” y de un Plus 25 del 79, se dio el encuentro de Titanes de los dos primeros Renault 4 colombianos con placas de antiguo. Un momento glorioso que muchos aficionados no se querían perder. Por la marca francesa del rombo circuló un R6 de la serie final en Colombia, el único R12 1974 del desfile, recién salido de restauración también circuló con majestad y ovación luciendo su color naranja original. Dos R18, un GTX blanco que revivía los viejos comerciales del desafío de la potencia, y junto a tanto tenor, una hermosa y joven soprano bogotana, la R18 Break 1982 verde, se unía al coro de damas que desfiló por Medellín. Dos luminosos “Topolinos” en naranja y azul aguamarina, al cual muy atrás se le adiciona el Seat 600 1967, aumentaban la sonriente emoción de todos. Un hermoso Jeepster Commando con Lambretta en remolque, un Zastava 1300 blanco del 71, y dos 147 (uno de ellos la escasa camioneta Panorama) completaban el cuadro de honor de la C.C.A. Por Chrysler-Colmotores (pues no hubo participación Chevrolet ni Austin), también con placas azules, el Simca 1204 “Llanero” 1971 circuló entusiasta y generando comentarios de felicitación. En el mismo cuadro estaban los Dodge Dart, Demon, Polara, y hasta una Pick Up Adventurer. El favor del público con estas máquinas que aun hoy son muy comunes en la vía fue evidente y legítimo. Nunca antes la frase de cajón “En mi casa tuvimos uno de esos, muy bueno nos salió, lo felicito por su carro” había sido tan copiosa y sentida, y demostraba de una vez por todas en un escenario público, que el carro ensamblado en Envigado, Bosa, o la Calle 13 de Bogotá, es tan noble y carismático como el fabricado en Detroit, Stuttgart, Turín o Coventry. Así como de nuevo abundaron las pelucas afro, las balacas hippies, los vestidos largos, o los sombreros Borsalino, los uniformes de los clubes monomarca con todas sus insignias fueron lucidos con orgullo por los representantes de Tragacaminos 1500-Polara, Club del Topolono, Club Simca o Club R4 Colombia, cuyos colectivos entraban en la misma categoría de los clubes regionales de antiguos y clásicos. Todo un viejo sueño de reconocimiento histórico y social finalmente se hacía realidad y la gente captaba el mensaje….


Muy bonito y todo pero...
Como siempre, el Desfile de Antiguos y Clásicos de Medellín demuestra su bien ganado papel tanto en las actividades de la Feria de las Flores como en lo que los aficionados al motor añejo siguen como obligatorio. Es ya un patrimonio de la capital antioqueña que atesora la ilusión de ver por fin un Museo del transporte en el que se trabaja con ánimo. Tal como se dijo antes, la labor conjunta de Luis Alberto Moreno y su equipo de trabajo se emprende con absoluta seriedad y se hacen consensos tanto con clubes y propietarios como con patrocinadores, autoridades y entes receptores de donaciones como la Fundación Santiago Corazón. Pese a esto, el agotador esfuerzo que deja a todos como para alquilar la flota completa de la Funeraria San Vicente, hay ciertas cosas difíciles de controlar y que muchas veces no se pueden prever con precisión.


Más de un millón de personas presencian el desfile en las calles, y aunque la mayoría se comporta debidamente, la advertencia de no entorpecer el tráfico del desfile no es del todo acatada cuando el entusiasmo y el deseo de tomar fotos no solo lo para todo por momentos, sino que se lidia con pistolas de espuma, embriaguez y la abusiva actitud de algunos de sentarse en capots o poner niños en techos. En algunos puntos faltó la autoridad y se cerraba la gente a la caravana peligrosamente, por no hablar de ciertos publicitarios que se tomaron licencias indebidas como parar en tribunas específicas deteniéndolo todo, hasta un camión antiguo de gaseosas fue objeto de la toma indiscriminada de su producto por parte de personas abusivas. Un hecho reprobable e irrespetuoso fue el consumo público de alcohol por parte de ciertos participantes durante el desfile, mucho después del test de alcoholemia obligatorio a la entrada de El Colombiano para poder participar. El resultado al final del desfile en EAFIT fue el de once carros retenidos por la Secretaría de Tránsito de Medellín; algo injustificable teniendo en cuenta la clara advertencia hecha durante las charlas técnicas, y que la nueva campaña de Inteligencia Vial del Fondo de Prevención Vial estaba presente en el desfile. Hasta en el Desfile de Medellín hubo epidemia de excusas; pero no había más remedio que extirpar estos órganos infectados.


En fin… estos hechos tampoco le restan brillo a uno de los eventos más esperados y emocionantes del carro añejo en Colombia y en la región. Como de costumbre, luego de las experiencias acopiadas y de los inventarios levantados, se piensa en la edición 16 del 2011 que será tan memorable como la que acaba de pasar, y posiblemente mejor que todas. La alegría y los carros quedan en la memoria y en los archivos de las cámaras digitales, los momentos de asistentes y participantes ahora forman parte la memoria y de los recuerdos maravillosos que ya dan la vuelta pública por las redes sociales, y de nuevo Medellín congregará en un año a los antiguos y clásicos que harán pasar la historia por Antioquia, así como sus silleteros cuando pasan, haciendo pasar también a Antioquia.
El autor desea agradecer a organizadores y participantes que le permitieron estar dentro del desfile, sin cuya colaboración, este cubrimiento habría sido imposible.

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