Este modelo del fabricante francés tiene una gran importancia para la marca del león, al ser el primero en ofrecer una carrocería cerrada, algo que en aquella época no era común. 

Por: Roberto Nigrinis

Peugeot como fabricante abanderado de los avances tecnológicos, detectó al hablar con sus clientes las molestias que a estos ocasionaban las inclemencias del clima. El frío, la lluvia, la nieve, el barro y el frío, especialmente en los países con estaciones fuertes, eran un problema que necesitaba solución inmediata. Para ello puso a trabajar a sus diseñadores e ingenieros en un nuevo tipo de carrocería que valorarían en grado sumo sus compradores, un tipo de carrocería que ya algunos fabricantes producían en países como Estados Unidos, pero que no era muy común en Francia y en general en Europa.

Los resultados fueron superlativos en ventas y sirvieron como fuente de reconocimiento e imagen de marca para la compañía. Este novedoso vehículo era movido por un motor de cuatro cilindros con un desplazamiento de 4.500 c. c. que producía 18 HP, una baja potencia para lo que vemos en nuestros días incluso en modelos básicos, sobre todo teniendo en cuenta la gran cilindrada, pero esto era lo habitual en aquellos días no solo en Peugeot, sino en la gran mayoría y por no decir en todas las marcas de esta época.

Con esta motorización, el vehículo cargado podía alcanzar con facilidad una velocidad máxima de 80 km/h. Su chasis de acero de gran fortaleza y duración que tenía una distancia entre ejes de 3,48 metros, le permitió a Peugeot ofrecer otras versiones de este modelo para ser usadas como ambulancias, carros de bomberos y station wagon de reparto; incluso con el montaje de blindaje sirvieron para transportar tropas al frente de combate y rescatar heridos de los campos de batalla durante la cruenta Primera Guerra Mundial.